Juan Pérez de Mungía

La ruptura del código sexual

La ruptura del código sexual
El autobús tránsfobo Agencias

Muchas son las variables que determinan la representación de género, factores genéticos, endocrinológicos, psicológicos, sociales y culturales, y no es la de menor importancia las estereotipias sociales de género y los castigos y recompensas que acompañan a cada expresión de género. En esta cultura de la igualdad imaginaria, sorprende que las estereotipias de género en lugar de reducirse no han hecho mas que aumentar hasta el punto de que la expresión mas pura de estas estereotipias sea precisamente la que representa el transexual. La hipersexualización de los menores, la genitalización de las conductas, ha llegado a tal extremo que apenas empieza el humano a andar y hablar que ya es objeto de las estereotipias de género. Existen quienes en su intimidad, juegan con sus genitales sean propio o ajenos, incluidos el del menor. El abuso es mayoritariamente de los próximos. Las clases de género han llegado al aula infantil y a las aulas de púberes y adolescentes a cargo de un ejército de sicarios de las doctrinas de género. No existe ninguna regulación y no existen actores informados. No importa. En una generación se recogerán los frutos de este mercado. Los juzgados se llenarán de demandas contra familiares y funcionarios del Estado por personas que reivindicarán su derecho a la restitución de su libertad sexual, despues de sufrir a manos de otro su castración. ¿Quien fué el culpable de la muerte de JonBenet Patricia Ramsey, reina de belleza con 6 años?

No sorprende pues que mientras las niñas hayan dejado de jugar con muñecas y con carritos de bebé, y los niños hayan dejado de jugar con coches y trenes, y que con independencia de su sexo vengan a jugar con todo lo que está a su alcance, que los denominados transexuales asuman como identificador justamente la expresión mas estereotipada y arcaica de los modelos sociales de género. ¿Por qué no copian a las grandes mujeres y a los grandes hombres de la humanidad que tan lejos se encuentran de esas estereotipias de género?. Para imitar correctamente la condición propia de un macho se oculta la violencia que la lesbiana activa extiende sobre su incauta pareja, en tanto el 21% de las lesbianas declaran fantasías fetichistas por las que vienen a someter o someterse a prácticas sadomasoquistas. No en vano las cárceles están pobladas en más de un 85%, segun las cifras mas conservadoras, de machos impulsivos y compulsivos condenados por delitos de violencia bruta. Puestos a parecerse, mejor parecerse en lo peor.

En una sociedad y en una cultura políticas donde reina el cinismo político, la corrupción y la incoherencia, no ha de extrañar que existan personajes como Cristina Cifuentes y Beatriz Gimeno que mantengan posiciones sociales opuestas que supuestamente entran en contradicción con su modelo social. Nada que ver el juicio racional, la opinión documentada, el análisis de su impacto personal y social. No importa qué opinión se exprese, pero sí importa con qué fundamento y con qué consecuencias sociales. Y lamentablemente lo que en cualquier opinión se expresa es precisamente la arbitrariedad y falta de juicio de quien la asume, coincida o no con la que tiene el lector. Se ha instalado la irracionalidad y prolifera un apabullante desprecio a la ciencia. Quienes responden a una u otra forma de agresión suelen hacerlo con la mayor virulencia y pasión, siempre en su derecho para cualquier sociedad que defienda la libertad y el derecho de libertad de expresión, pero por desgracia siempre desde la mas patética ignorancia. Repare el ciudadano con que desparpajo Cifuentes trata de aparentar la protección del transexual, cuando lo que a la persona transexual protege no es la ideología de género que tambien administran las fundaciones de género y los colectivos LGTB…, sino el conocimiento científico sea porque avala o sea porque cuestiona esa ideología de género. Conocimiento científico sobre el impacto que tiene sobre una persona su propia conducta transexual o sobre el impacto que la propaganda y contrapropaganda transexual tiene sobre la cultura y la sociedad. Repare el ciudadano que las expresiones de la sexualidad humana, y no simplemente las expresiones de género, son tan múltiples y variopintas que bien podrían aquellas denominaciones extenderse con un número indefinido de siglas. Aunque los pormenores merezcan otra columna de reflexión. Aún descontando por anticipado expresiones sexuales del tipo de Ed Gein, Andrei Chikatilo y la pareja Armin Meiwes and Bernd Jürgen Brandes, queda un amplio repertorio que sumar a las siglas. Debemos añadir, en efecto, a las siglas LGTB aquellos que practican la pederastia, el sadomasoquismo, el onanismo compulsivo y fetichista, aquellos que alcanzan el orgasmo con lavativas anales, que practican el bestialismo con sus animales de compañía, o gozan de objetos no necesariamente instrumentales, un sin fin ilimitado de prácticas que de un modo u otro también cuentan con tradiciones culturales y profetas de todo tipo. Tradiciones tan arraigadas como los esclavos eunucos, y los bacha bazi, los niños bailarines de los talibanes. ¿Por qué esconden la sexualidad practicada, socialmente intolerable? ¿No filmó Pasolini los ciclos de la mierda y de la carne?

La expresión de la sexualidad humana es inabarcable, y no existe ningún tipo de placer o goce de esta naturaleza sexual que tenga valor consumatorio, se alimenta a sí mismo en una espiral infinita hasta acabar con el mismo individuo. Una rata puede autoestimularse 22000 veces consecutivas en un espacio ridículo de tiempo. No fue Sacher-Masoq el único que vivió en carne la pasión por el artilugio, y las parejas virtuales y las parejas de latex producirán lo que en biología se ha denominado ruptura del código.

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