Jon Juaristi

Telebestias: La televisión autónoma vasca recuerda la rumana de la época de Ceaucescu

Telebestias: La televisión autónoma vasca recuerda la rumana de la época de Ceaucescu
Jon Juaristi. PD

LA verdad es que no tenía ganas de pronunciarme sobre el programa «Euskalduna naiz, eta zu?» emitido por el primer canal de la televisión autonómica vasca, Euskal Telebista (ETB-1), el pasado 8 de febrero de 2017, en el que, como ustedes saben, unos cuantos personajillos de la farándula abertzale se explayaron a gusto contra España y los españoles poniéndonos de paletos, catetos y fachas.

Sin embargo, algunos amigos que aseguran leer mis columnas se han quejado de que no haya escrito nada al respecto.

Pero es que ya me he ocupado varias veces de otros desmanes de la Telebista de marras a lo largo de estos trece años que cumplen hoy mis Proverbios morales y a nadie parece haberle interesado mucho ni poco este tipo de asuntos.

La sistemática intimidación a los no nacionalistas que ha ejercido ETB desde su nacimiento ha sido asumida con resignación o con indiferencia dentro y fuera del país vasco por los eternos destinatarios de sus agravios, pero siempre en silencio. Entonces, ¿para qué aparentar escándalo ante uno más, y no precisamente de los más graves?

A mí, la ETB me recuerda la televisión rumana de tiempos de Ceaucescu. Si los rumanos de entonces hubieran podido dedicar su vida entera, como los vascos y vascas, a consumir pintxos, la identidad entre ambas televisiones habría sido absoluta. La vasca reparte su programación entre un treinta por ciento de transmisiones de cuchipandas en directo o diferido, un treinta por ciento de folclore músicovocal y deportes rurales, y un cuarenta por ciento de propaganda insurreccional en formato de desinformativos, versolaris, tertulias y chascarrillos humorísticos a expensas de los españoles.

En la rumana de Ceaucescu, las danzas campesinas y la propaganda del régimen se repartían todo el tiempo de emisión, al cincuenta por ciento para cada género. Claro que, como los rumanos no comían, tampoco encendían la tele. No hay mal que por bien no venga.

En fin, si cuatro gilipollas abertzales se permiten insultar a los españoles desde su habitual vomitorio catódico, es que andan muy sobrados. Saben que han ganado la guerra, que el escarmiento que dio el nacionalismo vasco en su conjunto, a través de ETA, a los españoles que se resistían a dejarse insultar por la gentuza abertzale ha sido mano de santo.

Los españoles llenan los cines para ver una película que contiene chistes muy buenos a propósito de guardias civiles asesinados por ETA y se ríen muchísimo. La risa alivia el miedo de los vencidos a los que se perdona la vida.

El esclavo se ríe con todas sus fuerzas para aparentar que es feliz, como el pobre campesino rumano de La Hora 25, al que encarnó Anthony Quinn -también especialista en papeles de vasco- en la gran película de Verneuil.

Si yo hubiera dicho que Sabino Arana Goiri inventó el nombre de Euskadi para la patria de los vascos porque el de Mongolia ya tenía propietario, les habría faltado tiempo a los tertulianos de ETB 1 y 2 para movilizar contra mí a todas las asociaciones vascas de padres de niños con Síndrome Down. Pero si es un abertzale malnacido el que hace el chiste simétrico respecto a España, no pasa nada y todos a mirar para otro lado, no vaya a ser que ETA vuelva a las andadas. O sea, que no voy a incordiar a nadie (y a ETA menos que a nadie) comparando a Euskadi con Mongolia. Entre otras razones, porque no sería justo. Euskadi no se parece en nada a Mongolia. Nunca ha tenido yurtas ni guerreros valientes ni pasados gloriosos. Si se parece a algo es a la Rumanía de Ceaucescu, eso sí, con pintxos de bacalao y perretxikos y una remesa de antiguos asesinos en stand-by. Y qué curioso: Sicuritate se dice casi igual en vascuence y en rumano.

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