Fernando Jauregui

¿Es Rajoy un líder europeo?

¿Es Rajoy un líder europeo?
Fernando Jáuregui. PD

Tengo la impresión de que no existía pasión entre Sus Señorías en el debate sobre Europa de este miércoles en el Congreso de los Diputados. Siempre hay algún diputado que interpela al presidente del Gobierno sobre corrupción, o sobre la variada temática que aflige a nuestro país, dejando en segundo término la cuestión, que se da por hecha, de la presencia e incardinación española en la Unión Europea. Yo diría que quien daba la impresión de estar más interesado en la relevancia de España en el Viejo Continente era el principal ponente, es decir, Mariano Rajoy. Porque ahora Rajoy, que anda como sobre terreno conquistado por el secarral político nacional, se siente, y es el primero desde que Aznar perdió pie en las esferas internacionales gracias a su alianza con el guerrero Bush, muy seguro en los eurosalones: allí era nada verle hace poco más de una semana con los mandatarios francés, italiano y alemana, almorzando en Versalles bajo la atenta mirada del ‘chef’ Paul Ducasse.

A Rajoy le respetan, como no respetaron los ‘grandes’ europeos al Aznar ‘de Bush’, ni al Zapatero retraído y acomplejado, seguramente no por su buen inglés, ni por poseer un francés de Molière; no, Rajoy es, como sus predecesores, un negado para los idiomas, lo que tiene una importancia grande, pero es superable. Lo que ocurre es que los colegas europeos ven a Rajoy asentado, con probabilidades de seguir en el puesto que ni sus colegas francés e italiano, y quién sabe lo que ocurrirá con la señora Merkel en sus próximas elecciones, tienen. Ignoro si eso, que nadie cree probable que en España haya unas elecciones cercanas y, si las hay, que Rajoy las pierda, es lo que convierte al presidente español en un líder, y lo que a él le da seguridad para liderar -sin duda- un debate parlamentario sobre Europa, sin que ni Antonio Hernando el socialista, Pablo Iglesias el podemita, Albet Rivera el ciudadano y, menos, claro, los demás, puedan replicarle adecuadamente. Lo recordó él mismo: quien tiene la información sobre las ‘cumbres a cuatro’ con los mandatarios alemán, francés e italiano, es él. Porque estaba allí, y sus interlocutores obviamente ni estaban ni tenían espías bajo la mesa instalada por Ducasse. Así que en el Congreso todos hubimos de conformarnos con lo que Rajoy nos contaba.

Lamento que Rajoy no tienda más manos a sus interlocutores y adversarios políticos para caminar juntos por el camino europeo. Está la UE en un momento peligroso -y, si no, véanse las elecciones en Holanda, las inminentes en Francia y las cercanas en Alemania- tras el Brexit, que nos va a afectar a todos, y los países necesitan estabilidad, no batallas electorales protagonizadas por aventureros. Pero Rajoy es muy suyo y los demás, también: sigue sin haber auténtico espíritu de pacto en este país nuestro.

Asistí al debate, que no fue tan divertido, la verdad, y no me pareció que Rajoy tenga la más mínima sensación de provisionalidad en el cargo. Sabe o intuye que irá a muchos más consejos europeos, a muchas más ‘cumbres’ con los de la ‘primera velocidad’ europea. Ignoro si, al final, con los votos de los nacionalistas vascos, los de Ciudadanos -que sí, están enfadados con él, pero qué otro remedio que tragar- y los de algún canario, logrará sacar adelante los Presupuestos, que era una hipótesis bastante extendida por los pasillos de la Cámara este miércoles. Pero pienso que, si no los saca sobrepasando todas las enmiendas, los prorrogará y aquí paz y después gloria. Sabiendo, eso sí, que tiene una magnífica alternativa personal y partidaria, aunque fuese mala para el país: disolver las cámaras legislativas, si se ponen muy bravas, y convocar unas elecciones que sin duda ganaría. ¿Cómo no van a respetarle en Europa, cuando tiene tantos ases en la mano y en la manga?

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