Javier Galue

Objetivo: Deslegitimar los Medios de Comunicación…

Objetivo: Deslegitimar los Medios de Comunicación…
Javier Galué. Consultor en comunicación y estrategia política.

Una sociedad basa su estabilidad en la legitimidad y credibilidad de sus instituciones. No es difícil darse cuenta que vivimos en una época donde esas mismas instituciones y pilares sociales creados se están deslegitimado o se quieren deslegitimar argumentando que están corrompidas, politizadas, controladas por las élites o sencillamente que forman parte de esas mismas élites, de la «casta» o «trama» si seguimos el «neolenguaje» de las estrategias de comunicación política de los dirigentes del partido Podemos.

¿Pero qué sucede? ¿Por qué esto puede ser y de hecho es peligroso para nuestras democracias? ¿Qué tienen que ver los medios de comunicación en este tema?

Los medios de comunicación juegan un papel determinante en las democracias, sobre todo si son totalmente libres e independientes de los poderes políticos. Su intermediación en la noticia, su análisis, sus investigaciones, sus críticas y sus propuestas son columnas que soportan nuestras democracias y por consiguiente nuestras libertades.

Pero cuando hablamos de los populismos y sus estrategias de comunicación, tema sobre el que estoy investigando desde hace tiempo, os puedo asegurar que una de las constantes que siempre se encuentra es la de dinamitar a las instituciones que soportan el sistema argumentando que están controladas y corrompidas, dejando claro que con el «nuevo mesías» ese problema no existirá ya que «él/ella es la voz del pueblo» y la voz del pueblo es la verdadera y la única que tiene legitimidad. Entonces uno de esos cimientos de la democracia que son los medios de comunicación suelen convertirse en el corto plazo en un obstáculo para imponer el pensamiento único muy característico de los populismos.

Al considerarse los medios de comunicación como unos obstáculos para lograr los objetivos políticos de los populistas se convierten entonces en enemigos a vencer. Esto en realidad ha ocurrido desde hace muchos años, pero la diferencia con los neopopulismos es que ahora poseen una alternativa a esos medios, que luego de conseguir sobrepasar el umbral necesario para ser influyentes en las redes sociales, tienen la tentación de desprenderse de su relación con los medios y se sienten con la libertad y además la necesidad de atacarles y enfrentarles para deslegitimarlos, para que los ciudadanos pierdan la credibilidad en ellos, al igual que con los jueces, los políticos (en general), la Iglesia, los empresarios (ahora «emprendedores»), etc., etc., etc.

Con el desarrollo de la neuropolítica es más fácil que antes asociar a través de campañas de comunicación política planificadas la imagen de todos ellos con emociones negativas que produzcan en el corto/mediano plazo un rechazo social, y por supuesto, su deslegitimación y mengua de su credibilidad.

Un tema seguido y estudiado por especialistas en comunicación política es el hecho de que los ciudadanos cada vez más nos informamos y creamos nuestras opiniones a través de lo que leemos en las redes sociales. Estamos «legitimando» los contenidos de las redes y lo más negativo es que estamos leyendo y nos estamos conformando solamente con los titulares, incluso con un texto de 140 caracteres o en un «meme» si es posible, donde asumimos que lo que leemos o vemos es verdadero si proviene de una cuenta de alguien que seguimos y que es falso si proviene de alguien que es contrario a los que seguimos.

Adicionalmente las plataformas de redes sociales como Facebook por ejemplo están «filtrando» los contenidos a través de algoritmos que nos están mostrando solo contenidos que son afines a lo que vemos, publicamos o incluso pensamos, con lo cual, cada vez más leemos una sola versión de los hechos, leemos solo la versión y el punto de vista que es afín a nuestro perfil en esas redes y con ese contenido limitado, e incluso sesgado, formamos nuestras opiniones. Esto nos hace MUY VULNERABLES COMO SOCIEDAD ya que la capacidad de discernimiento es cada vez menor y será más fácil engañarnos, darnos noticias falsas, ser víctimas de la posverdad (otro tema que estoy investigando desde hace mucho tiempo…), etc.

La dirección a la que se dirige la sociedad moderna puede colaborar de manera inconsciente a ir por ese camino. Ya no queremos intermediarios, queremos contacto directo con «la cabeza» de las organizaciones y que nos ofrezcan resultados inmediatos, con lo que esos intermediarios suelen ser apartados de todos los procesos. No en vano muchos de los modelos de negocios que se basan en la intermediación están fracasando porque se salta su función para ir directamente al origen.

Los políticos, sobre todo los populistas, conocen también esta situación donde pueden influir más fácilmente en la población aplicando precisamente estrategias de comunicación política populista, y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PASAN A SER UNA DE LAS POCAS FUENTES DE INFORMACIÓN que pueden ser creíbles y por eso son considerados enemigos a vencer por los populistas, a menos que le sean leales y no publiquen noticias u opiniones que afecte sus estrategias.

Tarde o temprano casi todos los medios publican informaciones que los populistas pueden considerar como negativas para sus pretensiones políticas y en ese momento se rompe la «magia» inicial creada y comienzan los ataques y la deslegitimación. Estos ataques no van solo a los medios, también han ido e irán seguramente a algunos de sus trabajadores, buscando la autocensura al verse acosados de manera incesante a través de las redes sociales profesionales e incluso las personales. Estos ataques pueden ser realizados directamente por los dirigentes políticos y además ser incluidos en sus estrategias de redes sociales, sus trolls, bots, «community managers», replicadores de redes, etc.

La autocensura (voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente) es uno de los primeros efectos pero luego vienen otros como el ataque, desprestigio o boicots a los anunciantes de esos medios con miras a minar su capacidad operativa y su reputación.

¿Creéis que estoy exagerando? Es que eso ya ha ocurrido en varios países y vemos como comienza a ocurrir en otros que pensábamos que habían superado estas situaciones como Estados Unidos, Holanda, Francia o incluso España. Observamos que es una constante en los populismos. La variable «tiempo» en la que el medio y/o sus trabajadores se verán afectados negativamente por este fenómeno es la que será directamente proporcional a la capacidad económica del medio, a los años que tenga realizando su labor, a la penetración en diversas capas sociales y a su capacidad de crear un plan de comunicación estratégica que logre pasar por estas crisis de reputación creadas por los políticos y que probablemente vivan casi todos los medios de comunicación en un futuro cercano tomando en cuenta que las estrategias de comunicación política populista van en auge, tanto en la izquierda como en la derecha.

Los medios (y sus trabajadores) comienzan a ser un objetivo a vencer al convertirse en un obstáculo para implantar un pensamiento único en una sociedad cada vez más vulnerable a la manipulación y a las estrategias de comunicación política que utilizan el «big data», el neuromarketing (la neuropolítica), diversas técnicas y tácticas para manipular la opinión e incluso los votos, etc. Y termino con lo que digo en las conferencias que doy, en las clases a mis alumnos, en las entrevistas que me hacen y en los artículos que escribo… «Si podemos manipular los votos de los votantes ¿Cuán legítima es nuestra democracia?»

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