Santiago López Castillo

Se ha abierto la veda

Se ha abierto la veda
Santiago López Castillo. PD

Los farsantes, cual sepulcros blancos, cogieron el petate y salieron de najas hacia la frasca y el chiquito. Eran -son- ratas peludas impregnadas en sangre y odio que la sociedad trata de redimir o reinsertar -es el verbo al uso- mediante abluciones sociales inservibles que son más bien un lavatorio de Pilatos.

– Que pidan perdón y entreguen las armas.
Claman los bien pensantes, los «pacifistas», los Mayor Zaragoza, joder, qué tío, que se llevan una pasta gasta por el club de la comedia en tul ilusión. La muerte siempre ha sido un gran negocio. De ahí que sobreviva por los siglos la funeraria murciana «La siempre viva».

– ¿Y qué hay que hacer para que se te perdonen los pecados…? ¿Estarán siempre en pecado mortal, los muy canallas?

– Se llama mortal porque mata el alma de quien hace el mal.
Los mal nacidos deberían darse un repaso a los catecismos Astete y Ripalda y luego volver a la trena. Porque esta disolución de la banda no me la creo ni harto de vino. Es la excarcelación y acercamiento de presos al País Vasco. Me creería alguna contrición de estos asesinos si estuvieran delante los familiares de los seres que abatieron a disparos. Si tienen huevos de mirarlos a la cara. Y siempre la cadena perpetúa. Revisable, no revisable, servible, siempre servible, que está en todos los países del mundo.
Ya están saliendo de las madrigueras las pías mujeres que de pronto se han sentido madres y piden permiso maternal para pasear y dar de mamar al sediento. ¡Qué lírica composición! Entre las ratas de cloaca está una elementa perteneciente a los comandos Araba y Barcelona que dieron con la muerte de Ernest Lluch en cuyo sepelio una locutora progre de la SER recomendó a criminales y ajusticiados la medicina del diálogo. Pero el diálogo lo llevaría Rodríguez Zapatero rompiendo con el PP el pacto antiterrorista. Cuánta traición.

Copadas las instituciones, llenados los bolsillos con los tributos de los españoles, los perdona vidas quieren la excarcelación y si te mueves te pegan un tiro. No me quedan más que palabras para los familiares de casi mil víctimas mientras los asesinos se carcajean enarbolando el estandarte de Otegi, hombre de paz, y tú puta.

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