Jaime González

Elvira García: Otra rana en el estanque dorado de Podemos

Elvira García: Otra rana en el estanque dorado de Podemos
Jaime González. PD

Si no fuera porque Podemos se ha arrogado en exclusiva la condición de lavativa del sistema, la historia de Elvira García, la exsenadora del partido de Pablo Iglesias que se ha pasado al Grupo Mixto (cobrando el triple) después de que se conociese que no pagaba el alquiler social de 200 euros de su piso -pese a contar con un sueldo como parlamentaria bastante más que generoso-, sería un caso más de inmoralidad individual.

Pero como para Podemos cualquier comportamiento indecente a nivel particular no es sino el reflejo de la podredumbre del sistema, la historia de Elvira García me serviría, siguiendo su argumento, para establecer una burda relación causa-efecto y concluir que con la irrupción de la izquierda populista se ha completado el círculo nada virtuoso de eso que llamaron «casta» y ahora definen como «trama».

Eso es lo que ha venido haciendo Podemos: servirse de la corrupción y los devastadores efectos de la crisis económica para impugnar el actual «statu quo» de nuestro sistema democrático y -de paso- abrir una causa general contra una etapa que abarca desde la transición a la actualidad, monarquía y otras instituciones del Estado incluidas.

Si uno fuera tan sectario como ellos, convertiría el caso de Elvira García en el paradigma de la mezquindad y afirmaría sin rubor que no es un caso aislado, sino una forma de ser de la izquierda radical.

Y citaría el caso del desasistido asistente personal de Pablo Echenique o el piso de protección oficial de Ramón Espinar para dar consistencia a mi torticero argumento. Pero como para ser sectario hay que valer, me limitaré a decir que la historia de la expodemita sin escrupúlos debería servirles de escarmiento.

Estaba claro que la irrupción de Podemos en el tablero político no iba a purgar los males del sistema, ni que su presencia derivaría en mayor ejemplaridad y transparencia democráticas.

Quienes así lo creyeron se habrán sentido defraudados, porque Podemos -en cuanto formación integrada por personas- no es inmune a ninguna corrupción, ni moral ni penal. No están hechos de mejor pasta ética que el resto de políticos, ni en disposición de dar lecciones de suprema integridad.

Su problema es que han convertido la corrupción moral o penal de los otros en la prueba del nueve de una democracia supuestamente secuestrada que solo ellos podían rescatar. Solo ellos estaban en condiciones de regenerar un sistema corrompido en sus estructuras. Nada más que ellos estaban moralmente legitimados para ejercer el poder.

La historia de Elvira García no permite afirmar en ningún caso que Podemos sea un partido de desalmados sin escrúpulos que se dedica al saqueo político, pero sí que en su estanque dorado empiezan a saltar las ranas. Cruá, cruá, cruá.

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