DE entrada quede bien clarito que estoy reiteradamente en contra de esta degradada Ciudad de los Veladores que nos legó el alcalde de los 20 concejales, 20, hartándose de dar licencias, y a la que hasta ahora no ha empezado a poner coto el actual regidor, quizá de un modo más demagógico que efectivo. No hay nada más injusto que tratar igual a los desiguales.
Y eso es lo que ha pasado en la auténtica «redada de veladores» que hizo la Policía Local en La Campana, con gran despliegue de patrulleros, en cuantito pasó el palio de la Virgen de la Aurora.
No puede tratarse igual a un comercio histórico, de los que marcan el carácter singular y el paisaje urbano intransferible de una ciudad, cuyos escaparates retratan los turistas, ora con torteras por las Pascuas, ora con nazarenos-bomboneras y pasitos en miniatura por Cuaresma, que a unas franquicias de hamburgueserías con nombre extranjero que se han abierto ayer por la mañana, que no representan para nada a Sevilla y que hacen que nuestra capital se parezca cada vez más, ay, a todas las grandes urbes del mundo en manos de estas multinacionales.
Hablo, naturalmente, de la histórica Confitería La Campana, fundada en 1885, que sin subvención alguna ha conservado y cuidado su decoración modernista exterior y su interior intacto, a cuya costa el teniente de alcalde Muñoz ha dado el campanazo facilón y demagógico de hacer creer que quitados los de aquel lugar se acababa la degradada Ciudad de los Veladores, donde los peatones no podemos dar un paso.
No, mire usted, señor Muñoz: en la confitería de La Campana siempre ha habido media docenita de veladores pegados a la fachada modernista.
Allí, hasta su muerte, hacía tertulia todas las tardes y muchas pegaba servidor la hebra con un ex concejal, gran servidor de Sevilla y del Sevilla F.C.: el saltereño don José Castillo González. Estos veladores pegados a la fachada, cuyo retorno pido como parte del paisaje urbano de La Campana y de su histórica confitería, ni entorpecían el camino a los peatones ni nada.
¿Usted no ve los de las sombrillas de playa, esos veladores como de camping que llenaban toda la plaza? Eso ya era otra cosa, y están muy bien quitados. Pero se los han llevado con muchísima demagogia: esos co…mandos para quitar veladores en La Campana los quiero yo ver en la calle Mateos Gago, y en la Cuesta del Bacalao, y en Los Venerables, y en la calle Alemanes, y en la Plaza de Doña Elvira, y en La Buhaira, y en toda la Avenida…
Si no es así, será un patoso pato que ha tenido que pagar la familia Hernández, que tenía sus veladores de siempre, como en la acera de frente los había en La Tropical o el bar de Pepe Pinto.
Y voy más lejos. Hay bares históricos sevillanísimos que no sólo no había que ensañarse con ellos quitándoles veladores, sino que subvencionarlos o eximirlos por lo menos del IBI. ¿Cuánta Sevilla hay dentro de Casa Morales, o de la Bodega Salazar, o del 1 de San Román, o de Casa Ricardo, o de Casa Vizcaíno, o de Casa Román, o de Las Teresas, o de El Rinconcillo?
¿No se subvenciona la minería asturiana? ¿Por qué no hemos de ayudar a los bares que le dan a Sevilla carácter? ¡A las hamburgueserías y a las franquicias que les den por saco y que les quiten los veladores y lo que haya que quitarles! Pero vamos a cuidar, a preservar y a ayudar a lo nuestro, a lo sevillano, a lo de siempre.
¿Por qué la sombrerería de Maquedano, que es un monumento digno de ser declarado BIC, ha de pagar el mismo IBI que un Burguer King o que las tiendas de donuts que le están quitando al centro todo su sabor, su carácter, su paladar? ¿Y por qué no le dan una subvención a El Cronómetro como, repito, se lo dan a la minería asturiana o a determinados cultivos agrarios?
¿Y a la Joyería Reyes de Álvarez Quintero? Ya vieron lo que pasó con el Bazar Victoria. Si no lo remediamos, a todo lo que entendemos por Sevilla le va a pasar, ay, como al pulido y abrillantado crimen perpetrado contra el Bazar Victoria en Entrecárceles.