Antonio Casado

Las barbas del vecino

Las barbas del vecino
Antonio Casado. PD

El domingo 7 de mayo se celebra la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Entonces elevaremos a definitivas las conclusiones provisionales apuntadas en todos los análisis del recuento del domingo pasado.

A saber: El país vecino tendrá dentro de quince días en el Elíseo al presidente más joven de su historia (39 años). La matemática de las urnas no engaña. Y es contundente frente al travieso factor de la imprevisibilidad. Me atengo al apoyo que van a prestarle frente a Marine Le Pen el resto de los candidatos de la primera vuelta, a excepción del ultra-izquierdista Melenchon, que ha decretado la libertad de voto de sus seguidores.

Se desvanece la sombra negra del antieuropeismo, agazapado en la extrema derecha de Le Pen (22,1 %) y la extrema izquierda de Melenchon (19,5 %), que aún así suman casi un 42% de franceses desencantados. Cierto. Pero el poder y el control institucional se queda en el bloque que sigue apostando por la UE (58%), con un presidente partidario de reforzar esa apuesta junto a Alemania, que celebra elecciones el 24 de septiembre.

El fracaso de la vieja política y el viejo régimen (la V Repùblica gaulista) ha sido estrepitoso. Aunque resiste mejor el pilar derecho, representado por los republicanos de Fillon (19,8%), se hunde el izquierdo, representado por Hamon (6,2%), en proporciones que aconsejan a los socialistas españoles poner sus barbas a remojar. Por el contrario, los partidos emergentes o ajenos al régimen fundado por De Gaulle en 1958 alcanzan la apabullante cota del 75% del voto popular.

Si el PSOE tiene que poner sus barbas a remojar, ante el riesgo cierto de quedar reducido a la irrelevancia, como en Grecia, en Holanda, en Francia, los demás partidos del arco político nacional tienen razones para, al menos, mesárselas, si nos atenemos a los parangones que pueden establecerse con lo ocurrido el domingo pasado en el país vecino.

Por ejemplo, Podemos, cuya identificación con la causa de Melenchon le hará volver a soñar con el desborde electoral del PSOE (sorpasso). O Ciudadanos, que se hará la ilusión de crecer como ha crecido de la noche a la mañana el partido de Macron, En Marcha, fundado apenas hace un año.

Por soñar que no quede. En España aún estamos lejos de hablar de una derecha oficial y malograda como la de Francia, salvo que la corrupción tuviera en las urnas los efectos que hasta ahora no ha tenido. El PP de Rajoy sigue en el poder, a pesar de los escándalos asociados a su imagen.

Y en cuanto a la izquierda oficial y destruida en Francia, no cabe trasladar el efecto al PSOE. No mientras no sepamos el desenlace de su proceso de renovación (primarias en mayo, congreso federal en junio), que puede ser el principio del fin o la esperanza de la recuperación. Depende de quien gane.

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