Jaime González

Carta al mentón de Pablo Iglesias

Ha salido trasquilado, por bocas. Y por faltón

Carta al mentón de Pablo Iglesias
Jaime González.

Como medio de transporte de ideas vale más una buena carta que cualquier «Tramabús»

Encabezada por un «Estimado Pablo» -toda una demostración de cortesía-, la carta del presidente de la gestora socialista al secretario general de Podemos mezcla con indudable maestría la exquisitez formal y la contundencia expositiva.

Como lo cortés no quita lo valiente, la misiva de Javier Fernández da cumplida respuesta a la altiva y presuntuosa manera con la que Pablo Iglesias ha decidido darle una patada a Mariano Rajoy en las posaderas del socialismo español.

Su anuncio de una moción de censura contra el Gobierno del PP es una burda añagaza que no logra esconder su verdadero objetivo: reventarle las primarias al PSOE, su auténtico enemigo íntimo. Y Javier Fernández, que a sus años es de lejos el político «emergente» con más sentido común, le ha metido un mandoble de los que hacen época en un sobre y se lo ha enviado por correo ordinario.

Salvando las distancias, se da un aire a la carta que le envió Winston Churchill a Bernard Shaw, con quien se las tenía tiesas.

El dramaturgo, con motivo del estreno de Pigmalión, hizo llegar al primer ministro británico dos entradas con la siguiente nota: «Venga y traiga un amigo, si es que tiene alguno».

Y Churchill contestó: «Infelizmente no podré asistir a la primera representación. Intentaré asistir a la segunda, si es que tiene lugar».

La parte más enjundiosa de la carta, además del «Estimado Pablo» que sirve de encabezamiento, es esa en la que Javier Fernández le dice:

«Créeme que cada vez que lo reiteras (la abstención del PSOE que permitió la investidura de Rajoy) tengo la sensación de que pretendes regresar como salvador a la escena del crimen».

Lo del «tengo la sensación» equivale a «estoy plenamente convencido», pero Javier Fernández recurre con tino a la ironía para dejarle en evidencia. La pena es que en el socialismo español no haya muchos Javier Fernández, porque con tipos tan honestamente de izquierdas y sensatos como este no se entiende cómo Pedro Sánchez pudo alcanzar la secretaría general del partido (bueno, sí se entiende, pero ese es otro cantar).

El presidente asturiano no solo cultiva el género epistolar, lo que es un signo de distinción, sino que en apenas unas líneas le ha hecho un traje a la medida al populismo.

A Pablo Iglesias le ha regalado uno que le queda de lujo, nada que ver con el esmoquin que le prestaron para la ceremonia de los Goya. Ha salido trasquilado, por bocas. Y por faltón. Y por tener un concepto tan alto de sí mismo que ya era hora de que le bajaran de la peana.

Conclusión: como medio de transporte de ideas vale más una buena carta que cualquier «Tramabús».

Es mucho más barata y no echa humo por el tubo de escape.

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