Luis Ventoso

Elogio del muermo

La UE está creciendo más que EE.UU. y los genios del Brexit

Elogio del muermo
Luis Ventoso. PD

EN la segunda trilogía de «La guerra de las galaxias», que es bastante mala y turrillas (lo siento, George), aparece el llamado Senado Galáctico. Es una cámara parlamentaria inmensa, donde vegetan masas de pintorescos senadores llegados de todos los confines de la galaxia, tan diferentes que apenas se entienden. Confieso que viendo la escena me vino a la mente la Unión Europea.

Es lógico que el paquidermo bruselense sea objeto de caricatura y crítica por sus rémoras burocráticas. También resulta acertado que se censuren las deficiencias democráticas de la UE: ¿Ha votado usted por Juncker para que sea su presidente? Pues claro que no. Fue elegido en un cambalache interno, ajeno a los ciudadanos europeos.

Pero con todos sus defectos, y aunque hasta al Papa Francisco le encanta ponerla verde -con un acertado nivel de exigencia que enmudeció en Cuba-, mucho me temo que la UE ha sido hasta ahora el relato de un éxito. Es más, si los franceses no desbarran el domingo, si no se entregan a una demagoga de dialéctica pirotécnica y proclamas utópicas, la UE va a dar sorpresas positivas. De hecho las está dando.

Nos dio por acabados George Bush («Vieja Europa», nos denominaba con displicencia). Durante la crisis del euro, nos aplicaron la extremaunción los dos enterradores de guardia del progresismo estadounidense, Krugman y Stiglitz, y también el «Financial Times» (excelente periódico, pero que patina muchísimo más de lo que proclama su leyenda). Los brexiteros, eufóricos con su «Día de la Independencia», nos consideraron finiquitados (ahora sudan).

Por supuesto nos vapuleó y nos enterró a siete metros bajo tierra Donald Trump, el candidato que tenía soluciones para todo y al final ha resultado un presidente Penélope: desteje de noche lo que teje de día. Sin embargo parece que el muerto sobrevive a los responsos fúnebres.

En el primer trimestre de este año, la zona euro, el zombi desahuciado, ha crecido más que Estados Unidos y que la Gran Bretaña liberada del atroz yugo europeo. Además, a la chita callando, la UE ha vuelto a conjurar el enésimo constipado griego (que el inefable «FT» ya presentaba como un caso de UCI irrecuperable, al igual que hizo con su malévolo e interesado ensañamiento con España en los días más crudos de la crisis).

No se engañen: cooperar en un mercado abierto, llevarse bien, intercambiar estudiantes y conocimientos, crear un espacio amplio de libertad, cuidar los derechos de las personas…

Todo eso es más productivo y más beneficioso para los ciudadanos que mirarse el ombligo con ojos ensimismados y proclamar que es el único redondo del orbe. La UE es un aburrimiento, cierto.

Resulta mucho más emocionante vibrar con un sofista heroico berreando tras un atril, a lo Iglesias o a lo Le Pen, prometiendo soluciones taumatúrgicas en las que las matemáticas nunca son bienvenidas, despreciando la iniciativa de las personas y cayendo en la quimera multi fracasada de que el Estado puede y debe arreglarlo todo.

Pero yo, si puedo, votaré siempre muermo. Y a ser posible, muermo europeo.

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