Victor Entrialgo de Castro

La Generación del 98 y la del 93

La Generación del 98 y la del 93
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

Valle, Unamuno, Machado, Baroja, fueron generación por ser coetáneos y extraordinarios, ocuparse de cosas comunes, como la pérdida de las últimas colonias, el regeneracionismo de Costa, la superación del realismo, la reivindicación de Castilla y sobre todo el tema de España, España como problema. Fue la Generación del 98.

Y aunque esto sigue siendo más cierto que nunca, mientras la indolencia y la corrupción nos acechan y los enemigos de España nos aprietan, el tema de España viene a salvarlo la legión extranjera de la European Champions League.

En lugar de un libro tiene que ser con un balón. Es el signo de los tiempos. Un balón con el que Ramos o Ronaldo metan goles trascendentales e históricos al final de los partidos. Cuando con un altísimo nivel de emoción, sufrimiento, goce, euforia y desgaste para el corazón de sus aficionados resuelvan este drama del fútbol, mucho más breve y sencillo.

Planteamiento, nudo y desenlace. Es el drama del Real Madrid. Sergio Ramos, como Valle, capitán de «La generación del 93», con el corazón de los aficionados a punto de dar dos vueltas, puede escribir una nueva Sonata de Primavera.

A diferencia del 98, ahora no hemos perdido colonias sino que desde la reforma política de 1975 y la Transición. aunque no lo parezca, hemos ido a mejor. Y aunque nos sigue doliendo España preferimos dolores a corto plazo, a fecha y hora fijas, que nos esperan con el final de Liga y la semifinal de la Champions entre Atlético de Madrid y Real Madrid, más el Celta, que sería el de Valle.

«España sigue siendo el problema, insiste Ortega, y la European Champions League, que es europea, sigue siendo la solución» aunque sigamos viviendo España como problema y las circunstancias sean notablemente mejores en lo político y en lo social a pesar del bajo nivel de representatividad de muchos «insufribles adolescentes, que no padres, de la patria».

En la abulia canovista la gente se refugió en los intelectuales. Era un placer mayor, largo y distinto. En la abulia de nuestra política sin entusiasmo colectivo y nuestra corrupción, los aficionados se refugian ahora en sus equipos de fútbol para tener al menos un tiempo donde no llegue la política, que lo impregna todo. Un tiempo relajado que no exija pensar, un tiempo de asueto metafísico.

Y en último término, cuando se va acabando el partido, las posibilidades son mínimas y ya no puede creer en otra cosa, la afición se encomienda a la generación que se le ha aparecido tantas veces en los minutos finales del 93 al 98, para proporcionar si llega el caso, como tantas veces Ramos en el minuto 93, para provocar un descarga general y bestial de adrenalina y una alegría inefable y transitoria que lo llena todo.

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