Luis Ventoso

Aventuras de un día cualquiera en España

Aventuras de un día cualquiera en España
Luis Ventoso, Director Adjunto ABC.

QUÉ gran país es España, capaz de sobrevivir con éxito a sus políticos, jueces, televisiones, empresarios, botellones y gallos eurovisivos. Basta repasar una semana cualquiera para constatar que somos un pueblo formidable, que prospera y es feliz en medio de la inseguridad jurídica, la demagogia barata, las prácticas bananeras, los manguis de despacho, los dirigentes mediocres y un chapucero golpe de Estado en Cataluña.

Un país donde el juez que lleva los casos de corrupción más sonados, Púnica y Lezo, se apea en marcha y se busca un currillo spa, que esto es muy cansado. No sin antes ofrecer la libertad bajo fianza a Granados, que lleva dos años y medio en prisión preventiva (un abuso inadmisible en cualquier democracia, aunque se trate de un pícaro).

Un país donde guardias civiles pasados de rosca machacan con un par de informes la presunción de inocencia de la presidenta de Madrid, justo ahora que sacaba cabeza en la carrera sucesoria.

Donde el presidente del Gobierno despachó ayer a Riverita en el Congreso diciéndole que no le dé «la lata» con medidas anticorrupción, siendo el desdoro que abochorna a los votantes del PP. Un país donde Homs, hasta ayer un cargo público, declara que «estamos en guerra» contra España. Donde un felón antipatriota, Iglesias, se aviene a hacer de palmero en Madrid de Puidgemont, enemigo manifiesto de su nación.

Un país con un modelo televisivo psicodélico, con cadenas comerciales consagradas a apoyar a un peligroso partido comunista, en una maniobra que nació con el astuto beneplácito de alguna egregia cabeza del PP.

Un país con algunos gurús empresariales cuyo único talento consiste en expandirse a crédito, dejando pufos ingobernables, que les dan igual, pues cuando toque pagarlos el genio ya estará en babuchas en su dacha con una jubilación inexplicable (y hasta dando consejos).

Un país donde el vidrioso jefe del fútbol, Villar, lleva 29 años al frente del tinglado y quiere seguir con 67. Donde a Banderas, un patriota español que se hizo hueco en Hollywood y nunca olvidó su tierra, lo despellejan los comunistas de su ciudad, carcomidos por la envida, porque ha tenido la generosa idea de proponer un gran proyecto de rehabilitación cultural para Málaga.

Un país donde los aspirantes a dirigir el PSOE debatieron sin aportar ni una cifra -¡hasta Corbyn echa alguna cuenta!- y sorprendieron con su ramplonería y su choni-dialéctica («no mientas, cariño», «no mola»).

Donde se enfrentaron un enterrador (Pedro, doble récord negativo en las urnas), un ingrato (Pachi, que nunca agradeció al PP su cargo de lendakari y que se hundió por filonacionalista) y una miope, Susana, que llamó «partido tóxico» al PP, cuando ella se forjó en la gloriosa cantera de los ERE, los cursos de formación y las redes clientelares de funcionarios.

Pero crecemos al 3%, exportamos más que nunca, somos líderes en buen humor, contamos con literatos magníficos, disfrutamos de unas ciudades preciosas y unas infraestructura únicas -gracias, Alemania-, hemos inventado enormes multinacionales, queremos a nuestros padres y abuelos y sabemos que siempre escampa (y si no, tampoco pasa nada).

Un gran país. En realidad, un milagro.

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