He aquí un gato
con un libro por bigotes
y con las hojas en blanco
propias de lectores zotes,
que haberlos haylos.
He aquí un gato
anunciador de cultura
que la Feria de Madrid,
con toda su cara dura,
expone como adalid
incitando a la lectura.
He aquí un gato
rabicorto, empapelado,
frente al lector alelado
que lo mira con ternura
y se fija en su figura
sin saber quién lo ha pintado.
No se le ve la nariz
al gatito enmascarado
que en el Retiro arbolado
con hojas de otro cariz
le saluda, concentrado,
al paseante feliz.
Pues por él hemos de ir
a la Feria a disfrutar
y hojear, oler, comprar
libros para el porvenir
que nos han de engatusar.
Los libros son para mí
una hermosa compañía,
de ahí que una librería
-¡una librería, sí!-
dejé abierta todo el día.
Hasta que al fin me cansé
de perder dinero… y
al magisterio volví
y en él me prejubilé.
Por eso estoy hoy así.
Gato lector soy y fui.
Tú debes serlo también.
Por lo leído viví,
y, la verdad, me ha ido bien.
¡Que te vaya bien a ti!
