En política, como tantas veces hemos escrito, lo innecesario es siempre un error. Como inútil es toda iniciativa de la que no se va a sacar provecho alguno.
Pese a atesorar una larga experiencia que lo demuestra, la vida política española sigue llena de acciones innecesarias e inútiles, que nos hacen perder tiempo y derrochar dinero del erario.
Todavía peor incluso es el desprestigio en que sumen a la propia clase dirigente, enzarzada en su egocentrismo y fútil narcisismo, mientras la ciudadanía asiste perpleja a la incapacidad de algunos de resolver las verdaderas preocupaciones y problemas.
El populismo rampante de la izquierda no deja de regalarnos muestras de esa perjudicial manía de convertir la política en espectáculo.
Así, y solo así, se explica la moción de censura de Podemos, que viene a empañarnos la celebración de los 40 años de las primeras elecciones generales; cuatro décadas de democracia en España, en cuyo seno han nacido todos estos que exhiben su desprecio a lo que tanto queremos, y tanto nos costó.