Bieito Rubido

Rubor parlamentario

Rubor parlamentario
Bieito Rubido (ABC). PD

«Ya que usted no se ruboriza, permítame que yo lo haga por usted». Tal fue la respuesta parlamentaria de Azaña a una intervención bastante más educada y constructiva que la que ayer protagonizaron en el Congreso de los Diputados Irene y Pablo.

La actuación de los dirigentes podemitas superó con creces el nivel del sonrojo. Más allá de la gimnasia formal de sus discursos, una parte significativa de la sociedad se echó a temblar al comprobar su sectarismo destilado, profundamente antidemocrático, y la traición protagonizada por un político que aspirara a gobernar a base de entenderse con los golpistas separatistas.

El debate de este 13 de junio de 2017 se limitó a evidenciar sus incoherencias sistemáticas, triviales y en nada pertinentes a la gestión de los problemas que afectan de verdad a la sociedad.

Esa visión apocalíptica del catálogo de males regionales de la nación más antigua de Europa, que es España, solo dejó al descubierto la indigencia intelectual de un parlamentario llevado por la confusión, cegado en esfuerzos estériles y por un gran afán destructivo. Hoy tenemos otra oportunidad de ruborizarnos.

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