MALA época para hablar con un fiscalista. «No te preocupes -se excusa con una sonrisa- ya todas lo son. Cuando no tramitamos declaraciones estamos litigando contra Montoro; esto es un Estado fiscal.
Aunque si me llamas por lo de Cristiano, lo primero que tengo que decirte es que la fecha no me parece casual ni inocente. Hay una cuestión de prescripción, pero es imposible no pensar también en el carácter ejemplarizante de la denuncia en pleno período recaudatorio.
Ya sabes, aquí va a pagar todo el mundo, etcétera. Ese tono acojonativo tan propio de Hacienda. Bueno, vale, pon intimidatorio…».
«Luego, lo que me sorprende es que tíos como éstos, que en sí mismos son como multinacionales, pongan sus asuntos tributarios en manos tan poco competentes. Te aseguro que hay firmas que facturan bastante menos y acuden a profesionales más solventes.
¿Te parece casual que al 80 por ciento de los futbolistas denunciados los lleve el mismo representante? Ahí hay una estructura fiscal prefabricada, una especie de molde, una pantalla. Pero ojo, que en la sentencia de Messi el Supremo abre la puerta a imputar también a los agentes al margen de la responsabilidad del firmante».
«Yo creo que Ronaldo lleva razón en que la AEAT cambia de criterio sin cambiar la ley. Pero eso les ha pasado a miles de contribuyentes que tributaban a través de sociedades instrumentales y de repente les modificaron el tipo de gravamen. ¿No lo sabían los que le llevaban las cuentas?
Cualquier colega mío te dirá que hace tiempo que casi todos hacemos asesoría defensiva, a favor de Hacienda en caso de duda, porque una vez que te abren inspección te buscan las cosquillas a fondo.
Lo de la empresa-fachada en un paraíso fiscal tiene menos defensa, aunque sus abogados se van a agarrar a la dificultad de dilucidar dónde se producen los ingresos de una persona que firma contratos internacionales. Pagar va a pagar, de su bolsillo o de el del club, pero lo importante es el tema penal y en mi opinión lo tiene crudo. Por lo que te decía del paradigma ejemplarizante».
«En ese sentido también le han aconsejado mal. Los que lo hayan hecho no tienen idea de cómo están los estados de ánimo en la justicia española. Sí, me refiero a las ganas generalizadas de empitonar a cuellos blancos, nunca mejor dicho en este caso. Por un lado, el clamor en Cataluña para compensar el escándalo de Messi, aunque técnicamente se trata de un caso muy distinto.
Pero ya sabes: o todos moros o todos cristianos, ¿no? Y por otra parte, al hacer saber que se quería ir de España, el jugador ha otorgado una baza a cualquier fiscal o magistrado de esos que abundan ahora, tan proclives al populismo judicial, para pedirle o imponerle medidas cautelares. ¿Prisión? Hombre, eso parece una barbaridad pero… ¿Tú no crees que hay en España jueces con afán de notoriedad suficiente para mandar al Balón de Oro a la cárcel?».