Santiago López Castillo

Andaréis como en el 36

Andaréis como en el 36
Santiago López Castillo. PD

A santo de qué estos mocosos pero talludos no cesan de blasfemar y cometer actos sacrílegos. ¿A qué viene este salvajismo? No ha mucho, escribí un artículo titulado «Objetivo: destruir el cristianismo». Quienes aun hoy ven este salvajismo aseguran que tiene mucho parecido con el 36, es decir, el Frente Popular. En alguna de mis novelas -y perdón por la autocita-, recojo episodios madrileños como colgar sacerdotes de los ganchos de una carnicería: «Se vende carne de cerdo». Asimismo, en otro libro del mundo rural -género por el que me hicieron miembro de la cátedra Miguel Delibes de Valladolid, y perdón por la inmodestia-, narré una historia verídica, contrastada, consistente en que un miliciano disparó contra un cura habiendo de perder un brazo el religioso. Un año después se supo que aquel «rojo» vio nacer a su hijo sin una de sus extremidades.

Ahora, de momento, no pegan tiros. Pero las pintadas, mofas y actos irreverentes duelen a los cristianos más que una escopeta de postas. Lo último (empezaron por escenas obscenas, Jesucristo fornicando con María) ha sido la agresión a una monja de Granada por ser religiosa. ¿Y qué tenía que ser? ¿Puta? ¿Lesbiana? ¿Coreógrafa del orgullo gay y lesbianas…? Bueno, los hechos son innumerables y son de todos conocidos. Me preocupa el lenguaje. El sexista y no sexista, único para los incultos incluido Pedro Sánchez, el iluminado. En la Autónoma de Madrid -además de las irreverentes Rita Maestre, galardonada por la abuelita Carmena y otras golfas a pecho descubierto- se puso este preocupante letrero: «La única luz que ilumina la iglesia es cuando está ardiendo».

Y me pregunto: ¿quién alecciona a estos cafres? No saben cómo se gestó la guerra civil pero tienen la obligación de hacer de los perdedores vivíficos guerreros. Y utilizar sus sanguinarios vocablos. Pero no pasa nada. Porque se puede ser laico e incluso maricón pero respetar las distintas creencias. Y más nuestra Iglesia con sus abnegados misioneros y cooperantes que se juegan la vida. Ahí está Cáritas, dando de comer al hambriento y dando de beber al sediento. No es de extrañar que uno, humildemente, ayude a los misioneros dominicos de Selvas Amazónicas.

Dice León XIII en «La rerum novarum» que la cuestión social preocupa al hombre. Depende de qué forma. Lo que está haciendo ahora esta pandilla de cafres es ingeniería social. Ponerlo todo del revés. Nos queda la Cruz. Pese a que les pese.

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