Victoria Lafora

Madrid multicolor

Madrid multicolor
Victoria Lafora. PD

Madrid está viviendo su semana multicolor. Banderas con el arco iris ondean por las calles y adornan los balcones, mientras aceras y plazas viven la fiesta del reconocimiento de los derechos del colectivo LGTB. Han sido ellos los que han convertido la capital en el emblema del respeto a las diferentes orientaciones sexuales, en el respeto a la diferencia.

Es un orgullo, efectivamente, vivir en un país y en una ciudad donde la convivencia de todos es motivo de fiesta. Salvo algunos altercados aislados la semana del World Pride ha echado a la calle a madrileños y turistas y no queda plaza sin fiesta.

Dicho esto, tampoco conviene equivocarse y pensar que los derechos de gais y lesbianas están garantizados al cien por cien. Quedan todavía numerosos grupos de energúmenos a los que este espectáculo de libertad ofende profundamente y que protagonizan ataques homófobos de manera regular. Cuando las banderas multicolores se retiren de las calles y se vayan los visitantes las parejas homosexuales se esconderán frente a un grupo de fascistas para no ser apaleados.

Por eso tienen razón los participantes en el «Orgullo Crítico Madrid», un colectivo que protesta por la mercantilización de sus derechos y reclaman el espíritu combativo de estas celebraciones. Denuncian el «capitalismo rosa» y no quieren a los representantes de los partidos políticos subidos en sus carrozas para hacerse la foto.

Porque una cosa es la fiesta y otro olvidar el sentido de la misma: la reivindicación de unos derechos, como el matrimonio o la adopción prohibidos en casi todo el mundo. Incluso, hasta antes de ayer, en la punta de lanza de la UE, en Alemania.

La utilización de sus reivindicaciones es tan fácil que incluso Albert Rivera se va a sumar a la carroza de la Gestación Subrogada para rentabilizar el proyecto de ley que su grupo defenderá en el Congreso. Sabiendo que los homosexuales con alto poder adquisitivo son los que más utilizan este procedimiento para tener descendencia con su carga genética y los votos hay que pelearlos día a día.

Pero, no solo los políticos buscan rentabilidad y pescar en la fiesta del Orgullo, también los comercios del centro de la capital se han engalanado con el arco iris y no cierran hasta altas horas de la noche para hacer su agosto en junio. Por eso el colectivo crítico denuncia a los que llama «gayempresarios».

A la misma hora que en la plaza de Pedro Zerolo se leía el pregón, una multitud recorrió la Gran Vía portando pancartas muy reivindicativas apelando a más derechos y menos fiestas. Acudieron muchos más de los esperados y el colectivo crítico leyó su propio pregón al grito de «liberación sexual sin consumismo».

El lunes, cuando se acabe la fiesta, la lectura no puede ser los ingresos por el turismo, el record de pernoctaciones, el dinero ingresado por bares y comercios o las ganancias del sector del taxi (que hábilmente desconvocaron la huelga prevista). Habrá que analizar si se ha dado un paso más para que la tolerancia se convierta en profundo respeto.

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