Apuleyo Soto

¡Ay, Carmena!

¡Ay, Carmena!
Apuleyo Soto. PD

Las dobleces de Carmena
no se pueden soportar,
que son torpes de narices
y son duras de pelar.
Cambia más veces de piel,
de color y de lugar
que las sierpes en verano,
que los peces en el mar
y que las dulces abejas
faenando en el panal.
Que si pancarta p´aquí,
que si pancarta p´allá,
no ha modo de estarse quieta
y de joder la marráa.
Hoy es de la liga gay,
mañana es de la Coláa,
pasado… aún no se sabe,
pero pronto se sabrá.
¿Qué le pasa a la alcaldesa
de la augusta capital
que nos trae de cabeza
y nos hace tanto mal?
¿Por qué a Miguel Ángel Blanco,
honrado a carta cabal
y víctima a manos de ETA,
ha dudado en recordar?
De corazón viene el verbo.
¿Acaso no lo tendrá
dictándole qué ha de hacer
en caso tan especial
con un redoble continuo
de tic tac, tic tac, tictac?
¿O es que se halla maniatada
por el tonto «qué dirán»
los cachorros de Podemos
que en el consistorio están?
O manda usted, mi Señora,
o aquí ¿quién nos va a mandar?
Pero mande con justicia,
pues es jueza, ¡toma ya!,
aunque incline la balanza
a la izquierda radical,
hasta el infinito sumo,
hasta el borde y más allá,
y no me diga, Manuela,
que lo face por azar,
porque me río de pena,
de pena por no llorar.
¿Ha entendido lo que digo
o se lo repito más?
¿Está ciega su merced
o está sorda y no oye náa?
¿No oye al pueblo de Madrid
pidiéndole libertad,
libertad para Leopoldo,
libertad para el Assad,
libertad pa tóo quisque
en su modo de pensar,
libertad para los buenos…,
para los malos… ni hablar?

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