Da gusto ver a los perro-flautas adinerados (todos lo son; hijos de papá). Y en especial a ese asociado ser que responde por Garzón, y es que no hay quinto malo. En todo caso, peor. Verle con su frac azul turquesa y su distinguida esposa de tul ilusión.
– ¿Cómo en El Escorial?
Yo creo que Aznar todavía se está acordando de Felipe II. Sin ir más lejos, mi hermana casó con un socialista redomado que sólo iba a por la pasta de mis padres. Y luego, mi progenitor -que se oponía al enlace- les hizo un bodorrio exclusivo para jefes y oficiales del Ejército en la capilla de Alberto Aguilera de Madrid. Y es que una hija es una hija y un mamón es un mamón. Pero a lo que iba: a la izquierda española le gusta más el boato que a un tonto un lápiz.
Cuando se restableció la monarquía en nuestro país (nadie gritaba lo «¡arderéis como en el 36!», los mozalbetes de hoy día sólo hablan de una dictadura y de un dictador, ya quisiéramos…), las fuerzas de izquierda se daban codazos y patadas en los huevos por epatar con la realeza. Mi amigo y vecino Manolo es un comunista convicto y confeso que tiene un chalé en la sierra de Madrid, un piso en la gran urbe y un apartamento en una determinada zona de la montaña matritense. Y tanto él como sus hijos, que son tres, gastan automóviles de marca, sin llegar a la alta gama pero mejores que el coche de San Fernando.
Dicen que le tocó la lotería porque era un simple empleado de una fábrica de camiones, a mucha honra, y exhibiendo siempre una bondad sin igual, justo es decirlo. Asimismo, en mi urbanización -de lujo, no lo oculto- han llegado perro-flautas con caravana y todo y coleta, que se me olvidaba. Van a los bares de lujo. Vociferan. Y exhiben la voz y el Martini, que es rojo, como todo el mundo sabe. Pero es lo que se lleva. Viven con lujo y sin recatos; cobran subvenciones porque -afirman- ayudan a los pobres, como el Papa Francisco, el comunista de Paco, Paco, Paco, que cantara Encarnita Polo.
Viven como Dios aparentando que no creen en nada. Sólo en sus bolsillos.
PD.- Enternece que los antifranquistas clamen por los pantanos con agua potable. El de la mofa, que fue un tal Franco, se debe estar descojonando de risa.