Que la Ada Colau se cuela
cada vez que abre la boca
puesto que es una locuela…
es cosa que no se toca.
Está más que demostrado
que la activista alcaldesa
a los refugiados besa
como gata en el tejado.
Pero no a los españoles
de fuera de Cataluña,
a los que hinca la uña
y no les da sus favores.
Unas veces es llorona,
otras veces es tigresa
y actúa como leona
sobre su gente: su presa.
Que no me digan a mí
qué hacer con ella en el caso
del 1-O, porque a ti
te corresponde el sorpasso.
A ti, elector compulsivo,
que sabiendo poco de ella
la has convertido en estrella
de un Movimiento agesivo.
Agresivo contra España
y contra el común sentido
que a todos se nos entraña
en el pecho dolorido.
Ada Colau no merece
consideración alguna
porque su actitud gatuna
va contra lo que parece.
