Pedro Calvo Hernando

Por el amor a España y a Cataluña

Por el amor a España y a Cataluña
Pedro Calvo Hernando. PD

En plena efervescencia de la Diada, Carles Puigdemont ha dicho que habrá tiempo de negociar hasta el último minuto pero que lo ve muy difícil, y no reconoce que el Tribunal Constitucional pueda inhabilitarlo por todas las decisiones que, de forma arbitraria, viene tomando. Pero si hay algo de sinceridad en esa afirmación de que hay tiempo de negociar hasta el último minuto, son vitales todos los segundos que lleva perdidos desde que dijo tal cosa, segundos que pueden ser imprescindibles para llegar a la meta. Para ello tendría que contar con el acuerdo de sus principales compañeros en la lucha política. Por ejemplo, con Junqueras, su segundo de a bordo, que horas antes había defendido que el Derecho Internacional permite y avala la autodeterminación querida y votada por cualquier pueblo. Enseguida el socialista Josep Borrell le salió al paso para recordar que la autodeterminación se aplica exclusivamente a los pueblos que vienen siendo colonias de otras potencias o que han permanecido sometidas al yugo militar de las mismas. La verdad es que entrar en estas disquisiciones a las dos semanas es complicado.

El 1 de Octubre supone un ejercicio de ultraoptimismo que no cabe en ninguna parte. Vamos a ver: aquí no hay más salida que ya, pero ya mismo, se sienten los grandes responsables alrededor de una mesa, empezando por Rajoy y Puigdemont, pero todos alrededor de la misma mesa y con el deliberado propósito de no levantarse de ella hasta que tengan unos acuerdos.

Mientras tanto, aquí estamos los que desde siempre admiramos a Cataluña, sus gentes y su historia y nos pareció ejemplar su contribución a la transición política. Yo soy de los que no olvidan aquello del «oasis» catalán, referido al hecho de la serenidad y buen hacer de Cataluña y los catalanes, mientras que en otros territorios de España se andaba a bofetadas y cosas peores. Pero las cosas, cambiaron, como repetimos los que lo sabemos, cuando desde el PP y sus dirigentes se empezó a meter la pata y más hasta el corbejón. Eso fue, lo sabemos todos, desde el gravísimo error cometido contra el nuevo Estatut, aprobado por el Parlament y por el Parlamento del Estado y recurrido al Constitucional por el PP y anulado en buena parte por este. Es algo de lo que ni Rajoy ni los suyos quieren hablar nunca, a sabiendas de que el origen de todos los males reside justamente ahí. No sabemos cómo vamos a pasar las dos semanas que faltan para el 1 de Octubre. Creo que son unos breves días en los que no hay que dejar de esforzarse ni un instante en tratar de convencer a los beligerantes de ambos bandos de la extrema necesidad de rectificar con decisión y eficacia y reemprender el camino de la sabiduría, la sensatez y el amor a España y a Cataluña, por encima de ruindades políticas,

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