Santiago López Castillo

Los sublevados

Los sublevados
Santiago López Castillo. PD

Cualquiera lo diría. Una de las regiones más prósperas de Europa se quiere independizar. ¿Y qué le han hecho?, se preguntarán los foráneos que se solazan en la Costa Brava, se toman una butifarra o un pan con tomate (puede decirse tumaca) e incluso esquiar en una de las mejores estaciones del Pirineo, que es Baqueira/Beret. Allí ha pasado este escribidor muchos veranos y muchos inviernos y ha conocido in person a dos genios universales como Pla y Dalí y a grandes amigos como mi entrañable Manolo Español, que, con lo que cae, es más que un mérito y, encima, del Real Madrid.

Esto de más que un club no es una coña. Por algo se empieza. La Cataluña irredenta, no se sacia, va a más. Pero en el caso hipotético de que se fueran del mapa quieren jugar la liga española y la de Europa. Todo por la pasta. No, traidores, no; lo suyo -o sea, la vuestro- es enfrentarse al Mollerusa, Sabadell o Palamós. Hablo con mis amigos leridanos. Están perplejos. Tristes. Amedrentados.

La chusma que se concentró con los jerifaltes independentistas me resultó patética. Setecientos alcaldes al grito de «independencia» no llevaban barretina sino serrín en la cabeza. Con el ex diputado y ex director general de Deportes de la Generalidad no hablo. «Es que soy nacionalista…» Coopero con su fundación y ayudo a que los niños del Magreb vayan equipados para jugar al fútbol, con la advertencia de que las criaturas han de vestir la camiseta del Real Madrid, no únicamente la del Barça. Pero se empieza por el principio, que dicen los analfabetos del idioma español (no el castellano, aunque también, pero el idioma común y oficial de los españoles es aquel que representa la segunda lengua más hablada del mundo, la que los fundamentalistas relegan al ostracismo).

Me dan pena. Una región próspera, labrada con el sudor de su frente, no puede ni debe sublevarse. ¿A santo de qué? Madrid -o la coña en verso- es la comunidad que más aporta a los fondos de cooperación territorial. Y Cataluña, de las que menos. Lo que les hace abrir las mandíbulas: «España nos roba». Falsos de toda falsedad.

Sépanlo, mis queridos compatriotas, pese a que os duela, los que habéis adoctrinado a ingentes criaturas desde la más tierna infancia, valga la redundancia. En resumen, odio a España. El odiado general Franco, sépanlo, fue el que impulsó el desarrollo industrial de Cataluña y el País Vasco. Y ambas regiones recibieron a las tropas franquistas cantando el Cara al Sol y brazo en alto (los archivos de la Agencia Efe están repletos de estas instantáneas pero nadie se atreve a sacarlas).

PD.- En Italia, la Liga Norte amenazó con separar la Pandamia del resto de la nación. El amago duró lo que duraban en llegar las tropas del ejército. Segundos.

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