LA ENERGÍA INVISIBLE

Del primer escarceo serio, el Gobierno ha sacado la conclusión de que los Mozos no son fiables en caso de jaleo

Ha insuflado esperanza a los constitucionalistas y provocado la zozobra de los insurrectos

Del primer escarceo serio, el Gobierno ha sacado la conclusión de que los Mozos no son fiables en caso de jaleo

No hay aún nada resuelto ni motivo razonable para lanzar campanas al vuelo; quedan días duros e imprevisibles pero ha empezado a cundir la idea de que al fin existe voluntad de tomar el asunto en serio

HA bastado un golpe de autoridad, el puñetazo en la mesa del miércoles, para que las percepciones sobre el conflicto catalán hayan cambiado.

Mientras en Madrid cundía una incipiente euforia, quizá engañosa, en Barcelona a los soberanistas se les notaba en el rostro un súbito decaimiento del ánimo.

Habiendo llegado tan lejos en el desafío parece raro que las redadas y detenciones no entrasen en sus cálculos; días antes se hubiese dicho que ésa era la clase de respuesta que estaban provocando.

Sin embargo quedaron bajo el impacto de una especie de shock, como si hubiesen comprendido de golpe el error de minusvalorar la energía del Estado.

Esa energía invisible de una nación determinada a defenderse funcionó por primera vez en mucho tiempo. Ha insuflado esperanza a los constitucionalistas y provocado la zozobra de los insurrectos.

Incluso la previsible respuesta de la presión en la calle fue menos intensa de lo que temía el Gobierno, aunque en Moncloa saben que irá a más a medida que se aproxime el referéndum.

No hay aún nada resuelto ni motivo razonable para lanzar campanas al vuelo; quedan días duros e imprevisibles pero ha empezado a cundir la idea de que al fin existe voluntad de tomar el asunto en serio.

Del primer escarceo, el Gabinete ha sacado una conclusión: los Mozos de Escuadra no son fiables en caso de jaleo.

Actuaron como fuerza de interposición, como cascos azules entre los agentes judiciales y los radicales que los cercaban, hasta que el juez decidió levantar personalmente el teléfono para poner en posición de firmes al famoso mayor Trapero.

Interior ya no confía en ellos; Zoido y Sáenz de Santamaría barajan la posibilidad de tomar el mando, aplicando la Ley de Seguridad Nacional, o enviar el día 1 a la Policía y a la Guardia Civil a impedir -en territorio hostil- la apertura de colegios. Parafraseando la manida cita del pelotón de Spengler, el futuro de la nación española puede depender de un piquete de picoletos.

Esperan diez días en vilo, durante los cuales ni siquiera la cohesión del frente constitucional puede considerarse completa. Pedro Sánchez apoya con demasiadas reticencias; hay mañanas en que su mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. Rajoy es consciente de que en cuanto pase la consulta cargará contra él y lo señalará como el auténtico problema, pero se conforma con que le aguante el respaldo hasta esa fecha.

A los dos líderes han llegado susurros desde Somontes, como también a Albert Rivera. Y el socialista se ha encontrado con un inesperado regalo político de Podemos, ya abiertamente alineado con los partidarios de la independencia. Iglesias se ha metido solo en la trampa que pisó la noche que fue a cenar con Junqueras.

Cuando el adversario se equivoca no hay que distraerlo. Y ante los manifiestos errores del bando secesionista, éste es el momento en que el Estado puede empezar a acumular aciertos.

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