Antonio Sánchez-Cervera

El cansino debate catalán

El cansino debate catalán
Antonio Sánchez Cervera.

En el Estado español hay mucho más que el nacionalismo y separatismo catalán
La cuestión catalana se está haciendo históricamente cansina, fundamentalmente porque los líderes del independentismo son tribales y navegan contracorriente frente al liberalismo económico, de tal forma que el ideal político se desvanece en una Cataluña que ni sabe hacia dónde va. Tan es así, que hasta en el Gran Teatro del Liceo se profana por algunos el amor universal por la música y recordando cierto estilo de la Alemania nazi se entonan cánticos y se exhiben insignias en una demostración ofensiva para la música en sí.

Obviamente, ese corifeo de dirigentes narcotizados por un falsario patriotismo, deberán caer como una fruta madura ante la racionalidad de una España moderna e insustituible, ya sea autonómica, federal, confederal…pero unida.

Los protagonistas del férreo nacionalismo catalán están confundiendo, quizá mezclando, sentimiento con democracia, lo cual supone un manifiesto error político.

La democracia precede a la nación, no al contrario. En consecuencia, primero hay que ser demócrata y después nacionalista, expresado este último concepto en términos de sentimientos. Naturalmente, las emociones y los sentimientos han de ser siempre respetados y nunca discutidos. La democracia, que es racional, ha de ser compartida para que siempre llegue la solución al conflicto que aparece en política.

Ahora, en el tema catalán, además de rabia contenida, hay también mucha ignorancia y confusión, demasiado adoctrinamiento partidista y bastante incultura. Falta racionalidad, sobra visceralidad. Decimos esto, porque una de las causas por las que se atribuye que haya más separatistas es porque el T. Constitucional modificó el Estatuto de Cataluña de 2006. Lo notable es que una gran mayorías de los que quieren escindirse ni saben lo que establecía el Estatuto ni el por qué se modificó y en qué medida. No quieren entender que incluso en un Estado federal no hay ningún espacio para aspiraciones secesionistas en el marco de la Constitución. Se violaría el orden constitucional, pues los Estados federales no son dueños de la Constitución. El poder constituyente solo reside en la totalidad del pueblo que conforma una Nación.

Otra de las justificaciones o causas que comentamos es la que hace referencia a un cambio generacional, entendido como fenómeno generacional, aspecto este que chirría en los tiempos actuales en los que la gente joven está más conectada que nunca con los medios y con el resto del Estado. Cataluña no es una isla y la conexión del mundo empresarial, universitario, cultural, social, de comunicación e investigación es patente no solo con el resto del propio Estado sino también con el entorno europeo al que pertenecemos. Es una falaz excusa para justificar más bien un deseo, una ilusión, un sueño. Una Cataluña independiente podría conformar un Estado distinto pero no dejaría de ser el mismo país, que es España.

La fractura política que se ha creado es reversible. La fractura y la confrontación social, que ha llegado al punto dramático de fanatizar a muchas personas, tienen mal arreglo para que se enmiende.

En conclusión, recordando al sagaz José Mota, que el independentista no se convierta en «El Cansino Histórico»

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