Isaias Lafuente

¿Parlem?

¿Parlem?
Isaías Lafuente. PD

Hoy, en una terraza de la Gran Vía de Madrid, alguien ha desplegado una pancarta blanca en la que se lanza una pregunta: ¿Parlem? No sé si es un catalán que clama desde el corazón de Madrid o un ciudadano madrileño que, por cortesía, lanza la pregunta en ese idioma. Pero es una invitación pertinente en estos momentos críticos de oídos sordos. Porque llevamos semanas escuchando palabras que vuelan como puñales sin encontrarse, olvidando quienes las profieren que hablar, además de encadenar palabras, es comunicarse, dialogar, razonar, interceder y tratarse, a ser posible, con respeto.

Seguramente iniciar ese diálogo bloqueado requiera antes que las partes enfrentadas guarden un minuto de silencio. Por respeto a una nutrida parte de la ciudadanía que, en Cataluña y fuera de allí, no comparte al cien por cien los planteamientos de cada una de las partes pero se ve atrapada en medio del fuego cruzado. Personas que creen que la ley debe cumplirse, aunque piense que en el intento de hacer que se cumpla quizás se han sobrepasado algunas líneas. Ciudadanos que creen que una democracia debe permitir la consulta a los ciudadanos pero que consideran a la vez que la consulta no puede hacerse de manera tan estrafalaria como se pretende. Gente que respeta a Serrat o a Lluis Llach tanto como lo hacían la víspera de que este proceso estallase y ellos se posicionaran libremente, o que defiende el independentismo o la unidad de España y merece que por hacerlo no sean considerados delincuentes o fascistas.

Esto va a ser imposible que suceda antes de la fecha crítica del 1 de octubre. Pero conviene que en las horas que quedan hasta que acabe el domingo no suceda nada que agrave la situación. No hay que ser profeta para vaticinar que ese día no habrá en Cataluña un referéndum digno de tal nombre, pero seguro que se producirá una contundente movilización ciudadana como las que hemos visto, Diada tras Diada en los últimos años. Harían muy mal ambos gobiernos si se anotasen lo uno o lo otro como una victoria. Sería una victoria pírrica, en el sentido etimológico de la palabra, a la vista de los daños producidos. Así que quizás lo mejor que podrían hacer el día 2 es hacer suya la invitación que un ciudadano anónimo ha colgado esta mañana en una calle de Madrid.

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