Raloch

Dios los cría, ellos se mezclan, …

Dios los cría, ellos se mezclan, ...
Mariano Rajoy con Puigdemont y Soraya Sáenz de Santamaría con Junqueras. PD

Siguiendo con el acontecimiento del año, solo puedo decir que siento pena por España, por todos sus ciudadanos y en especial por los catalanes.
Cuenta la historia que Otto von Bismarck, el creador de lo que actualmente es Alemania (no un cualquiera), dijo poco más o menos, hace 154 años «España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido» .Servidor, parafraseando al ilustre estadista, acostumbro a decir, «España aguanta lo que le echen, llevamos dos mil años tratando de hundirla entre todos y no hay manera».
Eso es lo que están haciendo ahora, por activa los independentistas y por pasiva los políticos de Madrid.

El secesionismo catalán cobró virulencia a partir de la célebre acusación del 3 % en el Parlament. Acusación que toda España oyó, pero ante la cual y a pesar de su gravedad, ningún poder hizo nada. Era lo suficientemente grave, dicha por un político prominente, contra un partido político, en un Parlamento, pero nada.

Fue el pistoletazo de salida del independentismo virulento. ¿Para qué? Para cubrirse las espaldas. De lo contrario, ¿por qué tanto interés, primordial, en Agencia Tributaria propia y Tribunal de Casación propio?

¿Quién movió todo? En principio, y hasta hace relativamente poco tiempo, la burguesía catalana. Cataluña es su cortijo particular, tiene que cuidar que siga siéndolo y escarbar en el 3 % podía hacer daño. ¿Qué hay problemas con la asistencia sanitaria, los servicios sociales, etc.? Da igual, ellos tienen posibilidades para pagarse lo que sea, y que el ciudadano de a pié reclame a España, que es el culpable que le roba.

A ellos se añadieron los antisistema y la extrema izquierda. Curioso compadreo. Dados los ingresos conocidos de algunos de sus dirigentes, es indudable que siguieron con éxito, aquel dicho jocoso de los comienzos de la democracia, «yo voy a votar a los comunistas, porque entre lo que tengo y lo que me toca en el reparto, voy a vivir como dios». Muchos de ellos así viven, pero entendámoslos, solo quieren experimentar en sus propias carnes lo despreciable que es la vida burguesa, para así poder explicárselo bien a los proletarios y desheredados de la tierra, a los que dicen defender, y poder embaucarlos con lo maravillosos que será el paraíso que ellos les darán. Por eso, por ejemplo, se van de viaje de novios a Sidney, como cualquier españolito.

De los políticos de Madrid, ¿qué decir? Siguen deshojando la margarita, pero como sigan así, y nada parece indicar lo contrario, no les van a llegar todas las que hay en España. Pero no seamos malpensados, que en el fondo todos somos buenos.
Hay un viejo dicho referido a las parejas. Dios los cría, ellos se juntan y el ayuntamiento los empadrona; a nuestros políticos Dios los cría, ellos se mezclan y los intereses los sostienen.

Acabo de ver en la tele la comparecencia de Puigdemont, que cinismo y que poca vergüenza, espero verlo pronto en la cárcel, en compañía de sus secuaces, claro está.

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