Santiago López Castillo

Que lo detengan

Que lo detengan
Santiago López Castillo. PD

Rajoy, a cámara lenta, va dando los pasos precisos para impedir la independencia de Cataluña. Pero el proceso para evitar el desgajamiento de la nación obliga a echar mano de la paciencia de Job. El país, ante la sedición, traición y sublevación pensaba otra cosa. Que se lo digan a Luís Companys que está muerto y sepultado y al que no le salvó -pese a la II República, que tan benefactora dicen que fue- ni Indalecio Prieto Ni Alcalá Zamora ni ninguno de sus cuates. Pensaba el españolito de a pie que el pollo de Puigdemont sería detenido y encarcelado sin remisión. Porque esta tropa de independentistas y facinerosos nos vienen tocando los cojones desde décadas, a sabiendas (no haría falta decirlo) de la debilidad del Estado como consecuencia de unos gobiernos inanes que echaban mano del calzo del nacionalismo -siempre tildado de «moderado»- para poder gobernar y meternos mano en la buchaca.

No. El país, señor presidente, quería una acción enérgica. ¿O no se enteró de la manifestación de un millón de personas en contra de la desmembración de España? Mire, pacífico y beatífico don Mariano, particularmente llamado por este escribidor Fraile Motilón, usted está gestionando la crisis catalana con parsimonia, a lo muy huevón, y perdón por el pareado. No le deseo a este pájaro de la Generalidad nada malo sino que se le aplique la Ley con mayúsculas, como a cualquier hijo de vecino. Sin ir más lejos, servidor fue objeto de una paralela por no declarar en el IRPF dos artículos en la prensa nacional.

Puigdemont seguirá mofándose del Gobierno y de España entera. Al mismo tiempo que amenaza con desórdenes callejeros, en la máxima expresión de la «kale borroka». Se busca un muerto. A sabiendas de que los mossos de escuadra y cartabón seguirán mirando al tendido.

Lamentable, como siempre, el desprecio de los aldeanos de la periferia hacia nuestra fiesta nacional. Escupida -como es habitual en ellos- por los zurupetos de chapela y barretina que gozan de unos privilegios que carecen los pueblos leales que no se enjuagan la boca por declararse españoles, y consideran que la conquista de América fue la gran gesta de la Humanidad. Pero seguimos a cuestas con nuestro complejo histórico sobre nuestra Historia. Como ese mendrugo dictador llamado Maduro que hoy, todavía, iría con lanza y en taparrabos pero posee un fusil ametrallador para matar a los disidentes venezolanos.

Como dijera Francisco de Quevedo: «Donde hay poca justicia es grave tener razón».
– Oído. Marchando una de sedición.

PD.- Mamarracho Pedro Sánchez que va a una recepción del Rey descorbatado. Quiere epatar con el Coleta y reformar la Constitución. Sí guana. Vanitas-tis.
En la inmunda comedia, no se encuentra un tonto más.

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