Santiago López Castillo

Panorama desde el puente

Panorama desde el puente
Santiago López Castillo. PD

Lo más suave que me cuentan mis verdaderos amigos catalanes, los que están en sus cabales, es que este hombre se ha vuelto loco. Los comercios se van derritiendo como un suflé. Lo que antes era emporio hoy es derrota, quiebra, maricón el último. Puigdemont, el empecinado, no atiende a razones. Esta rodeado de una caterva que sus semblantes y atuendos los delatan, y criticaba usted a Mas, el Menos. Joder. Van aflorando como plantas silvestres los bancos, los teatros y cines, otros espectáculos, los restaurantes, las librerías, la industria del cava, Codorniz y Freixenet, casi nada, etc. Para quejarse Planeta, la mayor editorial en lengua hispana, orgullo de España, y cuando se dice nación englobamos región, aupada de categoría por los constituyentes con comunidades o nacionalidades, y, así, amortiguar los instintos de radicales y secesionistas.

Yo creí, durante la etapa constituyente, que sólo había un pirado senador que era mosén Xirinacs, que estaba más loco que las maracas de Machín, y que ponía del revés el mapa de España. Y dale con el franquismo, ra, ra, ra. Es lo mismo que ahora. Companys, que proclamó la independencia en el 34, fue detenido por las fuerzas de la II República y, posteriormente, tras un juicio sumarísimo, fue ejecutado, muerto y sepultado por el régimen franquista, la tirana dictadura que dicen ahora, pero pocos recuerdan -a lo que se ve- que Franco amnistió a no pocos enemigos del régimen e incluso etarras del proceso de Burgos, que llevó a cabo el general García Rebull.

Pero volviendo a estos secesionistas con sus locos cacharros. No solo son traidores a la patria (a la española, a cuál va a ser) sino chulos de barrio, de Sants por ejemplo, mienten como bellacos, desprecian a los que no piensan como ellos, les insultan y se pasan la ley por los cojones. Encima son cobardes; dicen sí pero no porque haga lo que haga el Estado -hasta que no los detengan y los multen- no les va a pasar nada. Es el diabólico juego que lleva a cabo el dictadorzuelo Puigdemont con la mierda del proces.

La unidad de España de mantenerse, con todos los reconocimientos que fuere menester a las características diferenciales de quienes las tuviesen, que es lo que dejó dicho Franco en su testamento; pero tanto para mantenerla como para romperla no se debe recurrir en ningún caso a las armas.

Lo triste es que estas algaradas de palabra y obra -como he dicho tantas veces- son conducentes a la revolución. En la praxis, comenzó con los atentados de Barcelona, las huelgas (Metro, aeropuertos, carné de conducir, gays y lesbianas, pajilleras también…), porque de lo que se trata es derrocar a la monarquía e implantar la república. Sin olvidar, por supuesto, a los sanguinarios asesinatos de los bosques de Galicia, que no es cosa de un pirómano, está en la ruta de viaje de los revolucionarios.

Como diría José Calvo-Sotelo, prefiero una España roja antes que rota. Pero mucho me temo, con no poco dolor, que se darán las dos circunstancias. Estamos en el camino, o sea, en el precipicio.

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