Juan Pérez de Mungía

Satrapía Podemita

Satrapía Podemita
Carles Puigdemont y Pablo Iglesias.

En el marco del conflicto creado por el fascismo de la burguesía local catalana, pugnan por reivindicar su espacio propio el fascismo español que como siempre se viste de izquierdas para ejercer su falangismo. Aquí tenemos a Pablo Iglesias y a su Clara Pettaci, esta vez verborreica en lugar de la oscura dama negra del partido mussoliniano, para llamar a las armas y a la guerra civil. Invocan la oportunidad perdida de reclamar la república monárquica de los plebeyos a sueldo del congreso contra la monarquía constitucional. Con cuanto mas fuerza invocan su destrucción, mas se pliegan a su defensa los ciudadanos republicanos que, sin gustarles la institución monárquica, son conscientes de lo que significa la balcanización de España y las fuerzas que luchan por que de nuevo estalle la guerra civil. La única diferencia ahora es la existencia misma de Europa, avisada como está, de que fuerzas doctrinarias, disciplinadas y dispuestas a incendiar el continente, persisten en su empeño de buscar muerte, retando e insultando a la vida.

Pablo Iglesias se declara el único demócrata. Como el falangismo catalanista invoca la extinción de las instituciones catalanas. Envueltos en su peculiar bandera ignoran que las instituciones catalanas no son ellos, y que su identidad naufragará cuando se les retire la función representacional que deberían haber custodiado con primor. El púlpito de Podemos, una vez más, son las instituciones públicas que en la democracia abonan sus extraordinarios salarios y prebendas. Pero inasequibles al desaliento usan el cargo como el partido nacional socialista alemán, ahora bautizado de democrático, y alianza por Alemania, para incendiar el Reichstag y acusarle, como en su día a Dimitrov, que han sido los otros. Pablo Iglesias sabe que la democracia defiende su farsa, divulga sus infamias y protege sus mentiras en aras de la libertad de opinión y crítica política, y le protege en el marco de la Constitución. Y este fascista irredento, invocando los valores de no sé sabe que pueblo, con no se sabe que pueblo, en no se sabe que momento histórico, emplea su cargo de diputado y jefe fraccionario para llamar al asalto a la democracia, con el falansterio catalán, utilizando como ariete su condición.

Si no puede controlarse un movimiento, ponte al frente, se gritan unos a otros. El voto de simpatía de una masa social formada en las aulas en una universidad que ha fracasado en su objetivo de formar científicos y profesionales devino en aluvión de los quinceemes que han encumbrado a Pablo Iglesias y a Ada Colau. Como en la locura, las malas intenciones se ocultan tras la desesperación de las buenas causas. He aquí que de la lucha contra el desahucio ha traido causa la destrucción de la Barcelona abierta que clama ahora por condenar a los visitantes que alimentan su nivel de vida. Y los ahorros huyen, como el futuro. Y la voz de la desesperanza llevó a los ignorantes cautivos del pablismo a proclamarles sus caudillos, los mismos que les conducen a la desesperanza y a la muerte.

Pablo Iglesias es el nuevo líder, el Millán Astray de la legión que clama «Viva la muerte». Incluso su maltrecha figura le convierte en una expresión patética del antihéroe. Si está mal formado, si se agacha y arrastra, es un signo de la pobreza que representa, igual que aquellos frailes que se rapaban el pelo para simular que sufrían la tiña, la infección que identificaba a los pobres. Pablo Iglesias vuelve a gritar, Muerte o Patria, Yo o el Rey. Gástese este fascista de cuento en vestirse de negro y rojo para que los ciudadanos conscientes de sí mismos vuelvan a darles la espalda y renieguen de su invocación a las armas. ¿Qué puño levanta?. El mismo puño con el que cobra sus prebendas y aporrea a quienes pretenden la aplicación de sus leyes estatutarias. Emergen los mismos líderes patéticos de nuestra historia, la venganza de quienes se elevan sobre el resto de los hombres para desde la compasión o desde el delirio volver a convocar a la ciudadanía a su exterminio bajo el supuesto buen nombre de una buena causa.

Un fantasma negro asola Europa. Echenique y Espinar son ejemplos de esa suerte de monaguillos que repiten como un mantra lo que deben forzosamente creer las nuevas fuerzas de choque que se inmolarán en calles y plazas. El nulo impacto del conocimiento y de la información sobre esos fieles del falangismo de Iglesias les procurará, están convencidos, las bases sobre las que construir y programar la guerra proletaria de las banderas rojinegras de los líderes Flor de Otoño.

Asistimos al levantamiento en armas de los sectores sociales de nula productividad que vivían de la riqueza pública. La intermediación infinita que soportan los trabajadores de agentes convertidos en agentes del desorden social. La crisis les ha puesto en su sitio. Sectores profesionales desprofesionalizados, a los que para cobrar su salario sólo se les pedía obediencia a sus jefes, profesionales precarizados y proletarizados que reclaman su parte de un pastel al que no contribuyen con su esfuerzo. Esos sectores precarizados que representan Echenique, la cuota compasiva del Estado, Pablo Iglesias, Bescansa, Monedero y Errejón, becarios eternos en una especialidad en la que sobran especialistas. Ahora son mercenarios de la democracia invocando la guerra. ¿Acaso no ha visto Errejón como se le postergaba ante la amante del caudillo?.

La proletarización de las clases profesionales siempre ha alimentado la fuerzas mas reaccionarias, los emergentes de los partidos de ultraderecha que no se conforman con un empleo, que quieren mas, que lo quieren todo, como la burguesía local catalana amenazada por el mercado global, acostumbrada a mordidas, favores y asignaciones a dedo. El miedo alumbra sus prácticas y amenaza su futuro y el de todos.

Ya no hay recursos extras que repartir, así que cualquier método vale. ¿Cómo no habrían de salir de las aulas complutenses estos personajes que han estudiado los métodos de agitación y propaganda para ejercer de aquello de lo que saben?. El fracaso de una universidad que provee títulos y prepara para el desempleo de larga duración ha alumbrado estos líderes que apelan al caudillismo con los mismos instrumentos que llevaron a la guerra civil y a las guerras mundiales en la vieja Europa.

Pablo Iglesias proclama la guerra a la democracia en nombre de su democracia, como el catalanismo converso reclama la patria que destruye bajo el nombre de su patria. Muerte a los negros clamaron los negros que querían convertirse en líderes del Ku Klux Kan. La paradoja del caudillismo podemita, la paradoja del catalanismo faccioso en el espejo de la historia es hacerse con las banderas y los caudillismos que llenaron de cadáveres Europa bajo los mismos disfraces, invirtiendo la carga de la prueba. Quienes cierran los parlamentos se reclaman a un tiempo líderes y próceres de la democracia. ¿Podemos vivir este experimento indefensos viendo a nuestros ojos la extinción de la ley?. Se agota la edad de la inocencia. No vamos a esperar al juicio de la historia para castigar a estos sátrapas ebrios.

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