JosŽ Luis G—mez

La política es la solución

El día 21 de diciembre habrá elecciones en Cataluña y algunos posibles candidatos están en prisión o camino de la cárcel. Podría darse el caso -surrealista- de que uno de ellos sea presidente de la Generalitat. Es una prueba más de que en España no está resultando fácil la convivencia entre el tratamiento que le dan la justicia y la política a lo que aconteció y sigue aconteciendo en Cataluña. Como ya alertó el expresidente Felipe González, en una sutil reprimenda al presidente Mariano Rajoy, la judicialización de la política termina con la politización de la justicia. No se trata, pues, de que no funcione la justicia, sino de que en la política lo prioritario sea la política y no la justicia.

Un país democrático difícilmente puede avanzar así y no es misión de la justicia resolver este tipo de problemas políticos, que exigen diálogo y consenso. Los exconsejeros, el exvicepresidente y el expresidente de la Generalitat pueden ser o no culpables de los delitos de los que se les acusa -eso lo determinará una sentencia firme, que exige tiempo- pero el Parlamento de Cataluña y el Govern de la Generalitat no pueden estar sujetos al surrealismo político de manera indefinida. Por tanto, solo una solución política inteligente y democrática puede devolver dicha comunidad autónoma a la normalidad.

El presidente del Gobierno no es precisamente ajeno a esta situación, motivada por unos supuestos delitos políticos pero acelerada por las actuaciones de la Fiscalía General del Estado y la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Suele ser norma de Mariano Rajoy dejar pasar el tiempo, que casi todo lo cura, pero en este caso el calendario lo marcó él mismo, al poner las elecciones el 21 de diciembre. No tiene, por tanto, mucho margen de tiempo, aunque sí conserva un amplio margen de maniobra.

Por mucho que exista la división de poderes, que formalmente existe, el Estado es único y los actuales problemas de Cataluña son problemas de Estado. De hecho, el presidente de la Generalitat es el primer representante del Estado en su comunidad autónoma.

No está al alcance de cualquiera dar con la solución -en realidad caben distintas opciones- pero, una vez más, quien está al frente del país debe ser capaz de encontrarla, sin contrariar a la justicia ni impedir unas elecciones autonómicas con garantías democráticas. En su día, el expresidente Adolfo Suárez tuvo que tomar decisiones no menos complejas, bajo un sinfín de presiones, y no eludió su responsabilidad histórica. Mariano Rajoy lo tiene mucho más fácil

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