Santiago López Castillo

Los «presos políticos» (y una mierda)

Los "presos políticos" (y una mierda)
Santiago López Castillo. PD

Joder, cómo se ponen los irreverentes y desilustrados, los necios y anarquistas republicanos de Ikea, cuando la ley se aplica en España. Se les veja, se les da por culo, se les humilla, les sacan la porra, trato vejatorio, en suma. ¿Qué hicieron los independentistas para merecerlo? Pues ciscarse en las sentencias del Tribunal Constitucional y los sublevados -o sea, ellos-, con una cara que se la pisan, recurrir, encima, a la máxima instancia jurídica de la nación. Petición denegada, claro.

No me imagino ver a los mossos de escuadra y cartabón las carantoñas que darían a Rajoy en el caso de que estuviera vigente la república bananera de Cataluña. Miren, pazguatos independentistas: en otros países de Europa habrían sido detenidos, muertos y sepultados. Y, en seguida, Franco. Que los ha detenido con un solo dedo. Joder qué tío, el general. Ya me contaron lo valientes que eran los gudaris durante la cruzada, con el mismo perfil que los mozos de butifarra y barretina. Tan esforzados y valerosos que tienen el ejemplo en Puigdemont, que se cree que todo el monte es orégano, y se fuga escoltado por cuatro mequetrefes, que van con la camisa del Barça porque ya no es más que un club sino el Barcelona Democrático C. F. , tal que la República Democrática Alemana que debió entrenar en sus ensueños Josep Guardiola, el secesionista que cobró pingües beneficios con la selección española de fútbol.

Joder, qué tropa, por no acudir a otro adjetivo más explícito y definitorio. La golfemia, extendida por los cuatro continentes, tiene peso en la piel de toro, cuero reseco y en proceso de extinción. Mas no pasa nada. Vergüenza me da oír las declaraciones de algunos llamados constitucionalistas rasgándose las vestiduras porque unos traidores de la nación han pasado a mejor vida; o sea, a la sombra y con la manduca gratis total. Bueno, ya lo hacían en la república de Ikea a costa del erario público mayormente español; vamos, los que les robábamos la pasta gansa y la de los dientes. Y se querían montar ministerios de la guerra, con soldaditos de plomo, de hacienda, Asuntos Exteriores (bueno, las embajadas ya existían antes de que se declararse la guerra de independencia de Cataluña)…

– ¿Y quién paga la tocata y fuga del pelosucio de Puigdemont?
– Hombre, es que, además de presidente en el exilio, es embajador plenipotenciario orbi et torbi.
– Joder…

Pío Baroja, que no gastaba barretina sino perilla escarchada, narró con maestría las andanzas y malaventuras de los miserables en su trilogía «La lucha por la vida».

– ¿Y si el caso hubiera sido a la inversa?
– Pues Rajoy hubiera terminado en el patíbulo.
– ¿Cómo cuando María Estuardo fue al cadalso? Sólo que ella se hizo acompañar por su perro Charles Brown.

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