El grotesco espectáculo de los ediles varilargueros

Cataluña: A golpe de varas

Cataluña: A golpe de varas
Puigdemont y los alcaldes TW

El prófugo Expresidente Carles Puigdemont, queriendo internacionalizar el golpismo independentista, intentó «poner una pica en Flandes». Allí, a Bruselas, la capital del Parlamento Europeo, llegaron también, «pica en ristre», 200 de sus fieles alcaldes del procés separatista, para arropar al líder en su intentona.

El grotesco espectáculo de los ediles varilargueros, blandiendo sus «garrochas de mando», quería remedar, por contraste melancólico, el cuadro velazqueño de Las Lanzas o Rendición de Breda.

Entonces, en 1625, los tercios españoles de Flandes, bajo el mando de Ambrosio Spínola, sitiaron y obligaron la rendición de aquella plaza fuerte de los Países Bajos, que fue marco europeo en el que distintos países (Francia, España, Inglaterra, Dinamarca y la Unión Holandesa), compitieron en un teatro de operaciones militares hasta el Tratado de Utrech. Ahora, los ediles de la secesión catalanista rendian homenaje al promotor de la AMI (Asociación de Municipios Independentistas), conocido como «el garrucha de Girona». Allí, ahora, el expresidente, con cuatro exconsejeros huidos, clama a los dirigentes europeos: «¿Van a continuar apoyando a Rajoy en este golpe de Estado?». Momento en el que sus compadres y munícipes del golpismo catalán tronaron con fuerza sus varas de poder, pagadas con el 3 por ciento… y Mas.

Desde tiempo inmemorial, el «bastón de mando», también conocido como la «vara de autoridad», se instituyó como el símbolo de gobierno en los municipios de la corona. Y en Castilla y Aragón era tradición que cuando las alcaldías eran visitadas por las Cortes del Reino, presididas por el monarca, los alcaldes cedían la vara o bastón en señal de rendición y homenaje al titular de la soberanía.

Hoy, los alcaldes amotinados de la Cataluña independentista ya no rinden el debido homenaje al Rey, sino que muchas veces retiran su figura, y desobedecen al Gobierno del Estado que les «dio la vara», mediante juramento de fidelidad constitucional, y sólo respetan las órdenes del Presidente de Cata…qué.

Así fue cuando, tras el referéndum ilegal del 1 de Octubre, acudieron en tropel al Parlament, con las varas alzadas. Apostados en la escalinata principal del Parlamento de Cataluña, tras un pleno de pleitesía, y a propuesta de la alcaldesa de Badalona, Dolors Sabater, se juramentaron con un SI rotundo y golpeando sus varas de mando, a defender «la construcción de la republica proclamada, con gritos de «In-de-pen-cia»…

En el último mes de Junio, reunido Puigdemont con medio millar de alcaldes de la AMI en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, les arengaba diciendo que el independentismo catalán era el primer movimiento sociopolítico en España «que va de abajo hacia arriba», y afirmaba ante los ediles separatistas: «Por eso sois importantes, y por eso les molestáis y les dais miedo…, y más que les vais a dar», implicándoles en el compromiso del cercano referéndum de Octubre. Y los representantes de la Asociación «de las varas largas» leyeron un manifiesto, suscrito allí por todos, asegurando «ponerse a disposición incondicional de la organización del referéndum, habilitando los locales habituales de celebración de jornadas electorales en los respectivos municipios».

Entre los representantes en el acto estaba el alcalde de Ripollet (Barcelona), de Podemos, José María Osuna, que se sumaba a la defensa del referéndum del 1-O, «ya que -decía- se trata de una herramienta muy potente y de una oportunidad irrenunciable, que hace unos años era impensable».

Y a su vera estaba Lluis Llach, el cantautor y diputado de Junst pel Sí, que es hijo de un alcalde franquista de Verges y jefe local del Movimiento, convertido a la secta secesionista ultranacionalista de Cataluña, que allí entonaba Els Segadors y L’estaca, su «revolta dels somriures», acompañada con taconazos de garrochas, mantenidas por manos de los munícipes que más cobran en España y que pueden viajar a Bruselas por medio de su «Caja de Solidaridad».

El procés del independentismo ha sido una larga conspiración política, tramada en células secesionistas institucionales: asociaciones, universidades, sindicatos, conventos…, en las que las mancomunidades de municipios, con sus alcaldes al frente, enseñando sus varas, han jugado un papel decisivo: mangoneando a favor de sus militantes, favoreciendo a los vecinos y empresas fieles a la causa, enfrentando a ciudadanos contra ciudadanos locales, y encabezando, vara en mano, las procesiones de fe nacional-catalanista.
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*José Luis Suárez Rodríguez es Dr. Ciencias de la Educación. Analista Político. Asesor.

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