El ex presidente autonómico recurre a los servicios de hackers rusos para la guerra sucia de Internet

Los bulos que compró Puigdemont para destruir la imagen de España le explotan encima

El independentismo debe devolver hasta el último euro que ha dilapidado en pagar a intoxicadores profesionales y creadores de noticias falsas, tras las pruebas reunidas contra ellos

Los bulos que compró Puigdemont para destruir la imagen de España le explotan encima
Internet, virus, malware y hackers. EP

La UE - y así lo han reclamado Dastis y Cospedal-, debe tomar nota y mover ficha para evitar que un ejército oscuro, mercenario, pueda dinamitar la convivencia de las naciones europeas

Cuando, dentro de unos años, con la perspectiva que da el tiempo, se escriba la historia del procés, seguramente nos enteraremos de la larga lista de mentiras y manipulaciones sobre la que los líderes del independentismo lo han fraguado.

Aunque algunas de esas falsedades ya están sobre la mesa. Por ejemplo, la de los oscuros compañeros de viaje de ERC y el PDeCAT en su golpe a la democracia. Para ser más preciso: las dudosas compañías que Artur Mas, Oriol Junqueras, Raúl Romeva y Carles Puigdemont eligieron en su día para lanzar una nueva leyenda negra contra España.

Estos últimos días ha copado los medios el activo papel jugado en la sombra (antes y después del 1 de Octubre) por Rusia y el protagonismo, desde su exilio en la embajada de Ecuador en Londres, del delincuente Julian Assange, ese farsante personaje que sustrae, compra y vende secretos de Estado al mejor postor.

ESdiario, ya dio cuenta el 19 de septiembre de la injerencia de los hackers vinculados con el Kremlin -este miércoles Moscú desmintió su vinculación pero no negó su existencia-. Es una pena que prácticamente ninguno de esos medios que ahora se vuelcan con esta trama se hiciera entonces eco de nuestra importante revelación.

Como tampoco lo hicieron cuando el pasado día 10 el propio Assange anunció una denuncia contra este periódico, por contar lo que la Fiscalía General del Estado da por probado: que ha estado al servicio, y retribuido, de la Generalitat sediciosa para ir contra España.

Este mismo lunes dos ministros, el de Exteriores y la de Defensa, llevaron a Bruselas las pruebas que demuestran la injerencia desde Rusia y Venezuela en el órdago secesionista. Ahora, el Centro Nacional de Inteligencia debe hacer su trabajo y aportar las pruebas que desenmascaren a estos saboteadores en connivencia con la Generalitat. También el PSOE ha reclamado al Gobierno que informe a los partidos en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso.

De hecho, la Guardia Civil ya ha cifrado en más de 800 millones de euros los contratos firmados por el exGovern y relacionados con más de 40 empresas tecnológicas.
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De esta deriva se colige otra gran mentira del procés, cuyos impulsores se han llenado la boca de hablar en nombre del poble.

Durante muchos años, mientras los catalanes de a pie han sufrido las estrecheces por los recortes impuestos por los gobiernos de Mas y Puigdemont, mientras se han producido muertes en la Sanidad por falta de ambulancias, millones y millones de euros han ido a parar, tal como apunta el fiscal, a los bolsillos de personalidades políticas de tanto prestigio como Yoko Ono. Incluso, tal vez, a los de la actriz Pamela Anderson, el último gran fichaje del independentismo.

Poco a poco, las instituciones legitimadas por la democracia española y los medios de comunicación libres y no subvencionados estamos destapando la trama independentista.

Ya en las últimas horas son muchos los líderes de ERC y el PDeCAT que se han bajado de ese barco a la deriva. Los mismos que deberán responder ante la Justicia por los delitos de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos. Serán juzgados y responderán, naturalmente, según marcan las leyes por lo que han hecho.

Si bien, la mayoría de catalanes y españoles pedimos un paso más: que devuelvan hasta el último euro que el independentismo ha dilapidado en hackers para propagar una falsa propaganda internacional contra España a través de Diplocat. Que restituyan lo malgastado en pagar a intoxicadores profesionales y creadores de bulos.

Y la Unión Europea – y así lo han reclamado esta semana Dastis y Cospedal-, debe tomar nota y mover ficha para evitar que un ejército oscuro, mercenario, pueda dinamitar la convivencia y el bienestar de las naciones europeas. Nos jugamos mucho para no emplearnos a fondo.

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