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Francisco Marhuenda: «En el independentismo nadie ha mostrado el menor atisbo de dignidad»

Francisco Marhuenda: "En el independentismo nadie ha mostrado el menor atisbo de dignidad"
Junqueras, Llach, Forcadell y Romeva. CT

Lo que hemos vivido en Cataluña ha sido muy triste y lamentable. Es todo tan incomprensible que produce vergüenza y es un desprestigio para los políticos independentistas.

Es tal el cúmulo de mentiras que resulta sobrecogedor. Es incluso más demoledor si nos remontamos a los años del pujolismo o los despropósitos de Artur Mas. Ha sido mentira tras mentira para construir un castillo de naipes que se ha caído con una facilidad asombrosa.

No había ninguna base sólida, pero sí muchos engaños que han provocado la adhesión de muchos catalanes que se sintieron fascinados por un proyecto que ha provocado mucho dolor y unos enormes costes sociales y económicos.

Ha perjudicado gravemente la credibilidad de Cataluña y los catalanes. Es cierto que al final pagan tanto los inocentes como los culpables.

Estoy convencido de que seguirán con sus engaños, aunque han perdido credibilidad en una parte de la sociedad catalana que ya no le votará.

Hay otra que se mantendrá firme porque siempre ha sido y será independentista sin importarle nada más. Finalmente, están aquellos que votarán a ERC o el PDdeCat al margen del fracasado proyecto independentista y asumirán que lo hayan tirado a la papelera.

En primer lugar hay que señalar su cobardía y falta de convicciones, porque no han sido capaces de llegar hasta el final. El proceso en su conjunto resulta patético, quizá porque nació derrotado. Nadie ha mostrado el menor atisbo de dignidad o heroísmo. La excusa es que la proclamación de independencia era meramente simbólica. ¿Se puede ser más patético? Es de vergüenza ajena. Ha sido una charlotada sin ninguna épica.

Si fuera un dirigente independentista me iría a mi casa, me dejaría barba para que nadie me reconociera e incluso me cambiaría de nombre. No sé si podría soportar un ridículo tan espantoso.

Lo peor es que no les importa, con tal de conseguir cargos bien remunerados, y además algunos siguen lanzando mentiras que producen bochorno. Lo de Marta Rovira, la secretaria general de ERC, es antológico. ¿Cómo puede tener la desfachatez de decir que el gobierno de España quería provocar una masacre? ¿Qué mente enfermiza puede promover semejante mentira tan terrible?

Es una auténtica canallada. Es cierto que no es más que una marioneta de Junqueras, pero no creo que el exvicepresidente catalán cayera tan bajo defendiendo una basura como esta. Rovira representa lo peor de la política profesional, porque es la mediocridad exasperante de alguien sin criterio, sectaria y fanática, con escasa preparación, algo que se ha convertido en un mal endémico entre los políticos nacionalistas, que sólo busca un cargo.

Hace años que tengo muy claro que la política catalana está enferma. No me refiero al independentismo, que puede ser una posición legítima siempre que se actúe dentro de la ley y no se mienta.

Es el modelo corrupto y clientelar, el fanatismo y el sectarismo, el victimismo y la mentira como instrumentos de la acción política. No es algo reciente sino que se instaló durante el pujolismo y ha llegado hasta nuestros días. Durante los años que ejercí el periodismo en Cataluña, comencé a principios de los ochenta en el desaparecido El Noticiero Universal escuche el término oasis para referirse a la política y el periodismo catalán.

Era una imagen que nos retrotraía a la imagen idílica de las películas cuando realmente los oasis huelen muy mal, pero es algo que se consagró como si fuera la expresión de una superioridad catalana frente a la política y el periodismo madrileño. Nada más alejado de la realidad.

Lo que hemos visto es un entreguismo vomitivo de unos periodistas y empresarios incapaces de hacer autocrítica y sometidos al poder nacionalista, porque ellos eran tan nacionalistas o más que los políticos. El sistema era enormemente generoso y se despilfarraron centenares de millones a costa del erario público con una gran alegría.

En ello participaron el gobierno catalán, las diputaciones y los ayuntamientos. El fervor nacionalista tenía, también, un indudable componente mercantilista. No hay más que ver lo que ha pasado con Xavier Trias que no ha asumido ninguna responsabilidad tras protagonizar una situación tan poco ética y escandalosa como tener fondos en el extranjero. No importa porque la prensa catalana está domesticada y le gusta el hediondo oasis. Ahora que vivo en Madrid sé muy bien que es algo que aquí nunca se aceptaría y Trias hubiera dimitido.

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