La Marea de Pérez Henares

El día del Politico Callado

Ahora hay días de todo. De causas, de cosas y de bichos. De enfermedades y hasta de tontunas. Hay días que sí, que merecen que uno se lo piense y hay día que no hay que pensar nada. Pero en los 365 días del año a mí me falta uno. El día del Político Callado.

Se que es un imposible metafísico pero sería una bendición divina y el bien que le hiciera a la humanidad entera, inmarcesible. Que no se muy bien cuanto es pero suena a enormidad. Callados, sin hablar, sin rechistar – ni por tuit ni por nada- como cartujos.

Lo he esperado estas navidades. He soñado que descansarían. Pero ¡quia!. Tienen declaradores y antideclaradores y contra antideclaradores, y tres que tercian, de guardia, y siguieron rajando hasta con el polvorón en la boca. No han parado. Y no pararán y a no ser que se les apliquen una sanción medieval y tajante ( ni la miento) no callarán ni debajo del agua. Pero nos darían una inmensa alegría y se harían un enorme favor a ellos mismos. Incluso puede que volvieran por ese lapso de tiempo a ser seres humanos. De los cromañones de toda la vida.

Supongo que mi propuesta carecerá de eco y viabilidad alguna, pero uno, en su inocencia, la deja caer en medio de la nevada por ver si cuaja. Pero para que no piensen en egoísmos de parte añado la contraparte de la primera parte que dijera el Marx mas listo, don Groucho. Si los políticos callados uno, los tertulianos dos completos. El mismo y el siguiente. Porque son especies amebianas adyacentes y parasitarias la una de la otra y viceversa. Vamos que son, somos, los papagayos de sus sandeces.

No es una oferta mala y aunque el periodismo debería ponerse a trabajar durante esas 48 horas en hechos y realidades en vez de en decires y prometeres, las consecuencias no serían negativas. Supongo que, incluso, se tendría un tiempo para separar trigo y paja. Que llevamos aventando paja y dándola de comer como si fuera grano desde hace algunas décadas.

Las gentes suelen ponerse propósitos al comenzar los años. Yo me he puesto este. Como un símbolo. Intentar hablar de realidades. Por muy pequeñas que nos parezcan resultan que son más importantes que las declarativas políticas y las tertulianeces de cada hora. Pero estas repetidas en sesiones de mañana tarde y noche; por tierra mar y aire, por escrito, papel o digital; por radio, televisión redes y twitter se convierten en lo que supuestamente es el pan nuestro sin cuyo alimento perecemos y que consideramos maná, cuando en realidad no es blanco sino que tiene un color y un olor mucho más desagradable. El de la mentira que ahora llaman posverdad. Que estoy pensando ya como llamaran cualquier día a la mierda de toda la vida para que no lo parezca.

Son cosas, no las tomen en cuenta, de periodista descreído. Ustedes pueden seguir creyendo y es bueno que crean. Tal vez un día sus señorías, a las que ustedes y yo, mea culpa, hemos votado, además de pensar que es lo que deben de decir por las teles o poner en un tuit, para mantener el poder o conquistarlo, pensarán en los españoles y en España. En “Estepais” que dicen ellos, y en ustedes, “estepaisinos” todos, que somos sus paganos.

Puede que ese día llegue pero uno no lo ve ni en lontananza. Es más, los presuntos nuevos me parecen, aunque lo disimulen, en trazas y hechuras, más viejos, en fondos y mañas, que el hilo negro. Pero son cosas, ya digo, de toro muy toreado que ya no tiene un pase más. Y mucho menos otro discurso.

Como pueden suponer por lo leído no espero mucho de año que entra y en el que nos veremos obligados a hablar de mentecatos y de delirios todas las mañanas. Pero hoy como un ejercicio de sanidad mental ni vamos amentarlos. Vamos a pensar que la vida propia, nuestros quehaceres, nuestras alegrías y nuestras tristezas valen y sirven más que todos sus interesados delirios de grandeza. Que, además, tienen de eso, la fatuidad de un petardo en Nochevieja. Que un torrezno y un vino con quien queremos echarlo es bastante más importante que un centenar de aplausos impostados.

Así que para concluir les digo simplemente una cosa. Me alegro de que haya nevado y en algunos sitios como nevaba antes. Que ojalá lo siga haciendo y que alguno tenga que aprender que para arrancar de la puerta hay que tirar de pala. Que ha sido una bendición y que si se ha torcido algún plan pues a aguantarse un rato y esperar un poco. Que la que tienen liada a ahora los del PSOE contra la nevada del PP es igualita a que la que les montaron los populares a ellos con la nevada de los socialistas. Como dos copitos, vamos. Allá ellos y sus antojeras para ver solo por un ojo. Nosotros tan contentos pues si algo ha sido es una gloria caída de los cielos. Y esto ni es cosa del Gobierno, ni de la oposición, ni del cambio de clima. Lo único que el personal de a pie sabe es que ha nevado, casi como antes, y que es bueno. Por mucho que en las teles les digan que ha sido peor que Stalingrado.

Pero para lograr que una evidencia como esta, que la nieve es buena, fuera noticia en positivo y Tradingtopic de esos, tendríamos que lograr eso: el Día del Político Callado y del Tertuliano Silente.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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