Así que apunten: Cataluña está entre el torero ecijano Pepe Luis Vargas y la cantante chipionera Rocío Jurado
NO es que me haya equivocado y puesto aquí los números que llevaban en el lomo los dos toros de una tarde histórica de Antonio Ordóñez en su plaza de Ronda. Es que he echado números y son los que corresponden simbólicamente al momento actual de Cataluña.
Pero como no soy de Ciencias, no quiero hacerme un lío con los números. Como soy de Letras, recurriré mejor a dos símbolos de mi tierra, los toros y la canción andaluza, para analizar cómo veo (de feo) el problema de Cataluña.
Así que apunten: Cataluña está entre el torero ecijano Pepe Luis Vargas y la cantante chipionera Rocío Jurado.
Cataluña está como el pundonoroso y valiente Pepe Luis Vargas en la tarde del 23 de abril de 1987 en la plaza de Sevilla.
Era mucho lo que Vargas se jugaba, y cuando sonó el tararí para que saliera el quinto de la tarde, «Fantasmón», de la ganadería de Joaquín Barral, cogió el capote y se fue a la puerta de chiqueros para recibirlo a portagayola.
Púsose Vargas doblemente genuflexo ante el portón de los sustos, que abrió el torilero a su señal. Y salió «Fantasmón».
Pero en vez de ir hacia el arrodillado Vargas, el toro se frenó antes de tomar el capote, dudó cómo meter la cabeza y cuando lo hizo arrolló al ecijano. Cornalón.
Safena y femoral rotas. Joaquín Vidal lo contó así: «La sangre torera saltó escandalosamente sobre el albero de la Maestranza. Igual que de una manguera sin control escapaba en todas direcciones.
La expresión del diestro -cara, chaquetilla, todo lo tenía ensangrentado- era de estupor. Nadie -seguramente ni él mismo- se explicaba cómo pudo ocurrir. Pero ocurrió».
Y ya en la enfermería, donde el doctor Ramón Vila habría de salvarle la vida que se le escapaba por aquel borbotón de sangre, pronunció Pepe Luis una frase que no sé cómo no viene en el Diccionario de las Grandes Citas Taurinas, como el «hay gente pá tó» o «más cornás da el hambre».
Dijo el pobre Vargas, que nunca tuvo la soñada Puerta del Príncipe:
«Tanto luchá, pá ná».
Eso es exactamente lo que nos ha pasado con los separatistas catalanes, averígüelo Vargas. Le ha pasado al Gobierno y a los que en su autoridad teníamos puestas nuestras esperanzas; le ha pasado al emergente Ciudadanos y a la valentísima Inés Arrimadas; le ha pasado al Tribunal Supremo y al Constitucional; a la Policía Nacional y a la Guardia Civil; a la aplicación tardía y medrosa del 155: «Tanto luchá, pá ná».
El independentismo catalán sigue en sus trece, y estamos asistiendo al penoso espectáculo de que ya es noticia el cumplimiento de la Constitución en un territorio del Reino de España, y barruntando que acabarán eligiendo presidente de la autonomía catalana al que quiere convertirla en una República Independiente, quien encima es un cobarde, un cagueta, huido en Bruselas, prófugo de la Justicia y reo de sedición y rebeldía.
Lo que nos hace pasar del toreo a la copla. Quiere todo esto decir que la independencia de Cataluña está en Modo Rocío Jurado: hemos vuelto al «Punto de partida», de Juan Pardo, que cantaba la más grande:
«Que la lleno con historias, aventuras y malicias,/ cada noche yo me encuentro/ en el punto de partida».
O peor. Habiéndonos gastado 87 millones de euros en llevar refuerzos de las Fuerzas del Orden quebrado por los separatistas, según ha reconocido Zoido. Y habiendo embotado para siempre el filo de esa espada de deshacer nudos gordianos que nos creíamos era el 155.
Por cobardía nos gastamos inútilmente 87 millones por no cercar los ilegales colegios electorales antes del 1-O y hemos dejado al 155 «imposible para vos y para mí», tras aplicarlo de modo «light», con la TV3 a todo trapo y sin que Soraya haya cruzado el Ebro.
Y los del lazo amarillo, encantados: otra vez en el punto de partida para la DUI. Y nosotros, los de la Constitución pisoteada, como Vargas:
«Tanto luchá, pá ná».