Fin del complejo

Juan Pablo Colmenarejo: «Ciudadanos está pisando terrenos habituales del PP sin pensar en el qué dirán»

Juan Pablo Colmenarejo: "Ciudadanos está pisando terrenos habituales del PP sin pensar en el qué dirán"
Albert Rivera, líder de Ciudadanos. ES

O el PP se quita el complejo o Ciudadanos le arrebata la clientela a poco que se esmere y sepa administrar la ola de diciembre en Cataluña. El votante de centro, desde el margen izquierdo al derecho, sacó la bandera a tomar el aire con ventanas a la calle tras el golpe independentista de octubre.

Tiene razón Rajoy cuando afirma que «atenta contra el progreso» imponer a la gente lo que no quiere en relación con la inmersión lingüística que se practica en Cataluña, sin que el Estado haya hecho nada por evitarlo. Nunca es tarde si la decisión es buena. Es una excelente noticia que el Gobierno se arremangue para defender el español en España.

Si algo hay que agradecer a Puigdemont y su tropa de investigados por rebelión en el Tribunal Supremo es que se ha acabado el complejo. Ya no hay miedo a defender lo básico, porque en la Transición fuimos tan políticamente correctos que al español le empezamos a llamar castellano para no molestar. No es nacionalismo español ni mucho menos.

Se está agotando el reproche. Las décadas en democracia han sanado las heridas. El independentismo catalán le ha hecho un agujero irreparable al sistema autonómico al poner al descubierto la fractura del sistema educativo. La división en diecisiete está empezando a dar sus frutos.

El portavoz de Ciudadanos en Baleares, el escritor Xavier Pericay, se atreve y denuncia que 160 de los 162 candidatos excluidos a técnico especialista en Radioterapia y 105 de los 108 en Anatomía Patológica lo han sido por no acreditar el nivel de catalán en la sanidad balear.

Aquí está otro ejemplo práctico del problema que tenemos encima. No es la corrupción, que se arregla cambiando caras y pidiendo perdón, sino el nacionalismo.

Pericay coge la bandera mientras el PP navega entre islas en manos de un regionalismo defensor del mallorquín tangente con el nacionalismo catalán. Se echarán las manos a la cabeza cuando cuenten los votos, será tarde.

Hay una corriente de opinión partidaria de mejorar lo que con acierto el padre de la Constitución Pérez Llorca ha bautizado como el autogobierno de España. Rajoy defiende que su partido tiene «una hoja de servicio y una hoja de ruta» frente al «oportunismo» de Ciudadanos.

Tal vez sea así, casi seguro, pero la percepción es lo que cuenta entre los electores acostumbrados a darle al me gusta en las redes sociales. El PP se enfrenta a quien está por estrenar y por decepcionar.

Ciudadanos está pisando terrenos habituales del PP sin pensar en el qué dirán. Ya no vale pasar de puntillas mientras hay otros que ponen las dos plantas. El complejo toca a su fin. Rajoy también lo sabe.

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