Alcanzamos el record de los Guinnes de la hipocresía.
En el siglo XXI… ¡Quién lo diría!
Se retiran los clásicos de la pornografía
y se exhiben, se expanden, se subastan -con bravona porfía-
los formatos baratos que la actual progresía
enseña y diseña, retuerce y amplía
para estar al loro, para estar al día
de la pobre, triste e infantil manía
de colgar un cuadro, loco locomía,
en la pared vacía.
¡Ay Señor, Señor, madre, madre mía,
qué desfachatez, qué megalohombría!
Caliente, caliente; fría, fría, fría
esta tonta orgía
de descerebrados sin rumbo ni guía,
pero, millonarios, -qué tíos, qué tías-,
tiran del erario de SUS biografías
Sexy boom proclaman por las Galerías
de Malboroug, Shótebis y otras osadías.
Ay quién por amor, quién regresaría
a Tiépolo, Mengs, Tiziano, Durero…, y en sus alcancías
encontrara aquello que pintar quería.
Sexo, sexo, sexo, sexo por doquier
hoy igual que ayer.
Es la femenina manera de ser,
y la masculina…, con ella yacer.
¡Y lo que aún nos queda, mis almas, por ver!
Busca de placer.
Eso es lo que al hombre -también a la mujer-
les lleva a salirse -con su proceder-
del punto encoñado, punto, punto G, joder por joder.
Solteros, casados, humildes y Sirs…
van a por lo mismo por vulvas hender.
Sostén sostener y bragas poner
es lo que hay que hacer,
dicen los pacatos que odian a Luzbel,
instando a las damas a que se sepan contener.
Pues no sé, no sé qué hayan de esconder
pues la flor en fruto se intenta extender.
Sexy boom empieza nuevamente a amanecer.
Dejadlo subir, dejadlo correr,
dejadlo surtir de placer, placer.
Gozad del momento. No volverá ayer.