Salvador Monzó Romero

El musical de los bombardios

El musical de los bombardios
Salvador Monzó

Con la gripe tengo dentro de mi pecho una orquesta,
Con sus timbales y flautas, trombones y violines,
Con un estruendo a veces de un día de fiesta
Y otras con un rumor de abejas en los jardines;
En cualquier caso sin que me deje dormir bien la siesta,
Y de noche como si estuviera en los San Fermines;
La gripe este año nos viene con tan mala leche,
Que ni aún con antibióticos hay quien la eche;

Sin poder hacer nada, no extraña que algún pensamiento
Nos brote en la mente como en un ejido los abrojos;
No consigo ni casualmente, por más que lo intento,
Mientras los políticos sigan teniéndome los ojos
Como platos, evadirme sólo por el firmamento,
Y dejar, sólo un momento, de pensar en los Rojos…
Son como la gripe que, por mucho que cambie el clima,
No hay manera, ¡coño!,… ¡de quitárnoslos de encima!.

II

Yo no sé porque la Izquierda
Es la Madre Superiora
Y de ello hace alarde;
Cualquier Rojillo de mierda
Se cree que es la aurora
Y, si habla, Roma arde;
Un ejemplo temerario,
Adalid que a nadie engaña,
Es Director de un Diario
Y se apellida Maraña;

La ciencia de que se ufana
Y el arte de que presume
La Izquierda es de enciclopedia;
Aún hoy viste la pana
De la inopia y su perfume,
Y, si Dios no lo remedia,
Acabará de Prior,
Pues de sobra tiene boca,
Del Convento a lo mejor
El antropólogo Aroca;
Y no se rompe la cuerda
Cuando le llega la hora
A quien vive en olor
De santidad… La Izquierda
Es la Madre Superiora
Y es el Padre Prior,
En la mística persona,
Sabedor del más allá,
Del que ciñe la corona:
El mosén Xavier Sardá;

Padre, Hijo y el Santo
Espíritu… Bien que a tanto
Dios, entonemos un canto:
¡Santo, santo,… ¡cuánto abanto!!.

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