Manuel del Rosal

A los señores Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y Andoni Ortuzar (PNV)

A los señores Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y Andoni Ortuzar (PNV)
Manuel del Rosal García. PD

«El sufrimiento de los inocentes no deja ni un solo día de decirnos que debemos hacer justicia. Solo una despreciable miseria moral puede justificar no actuar frente a los verdugos».

Nadie con un mínimo de sentido moral, de respeto hacia las víctimas y sus familiares, de amor hacia los inocentes niños; debería apoyar a PNV, PSOE y Podemos que quieren derogar la ley de prisión permanente revisable. Cada voto para esos partidos es una justificación para los asesinos.

Recientemente fue un desalmado apodado el Chicle quien arrebató la vida a una joven inocente. Ahora ha sido esa desalmada mujer quien le ha arrebatado toda la vida, todo su futuro a Gabriel un niño de 8 años que ni siquiera había empezado a vivir. Gabriel ya no verá más el sol, su rostro no sentirá la caricia de la lluvia; no podrá disfrutar de la nieve, la variedad de colores y el perfume de las flores no volverá a sentirlos, no volverá a bañarse en el mar, sus juegos y las ilusiones que de ellos derivaban han quedado rotos, el amor y la ternura de una mujer nunca sabrá como son; la aventura de ir creando su vida, la amistad, el conocimiento de las cosas, el maravillarse ante una puesta de sol, el viajar, el recibir amor y entregarlo; es decir, la vida en toda su extensión y en todas sus manifestaciones, le ha sido arrebatada de forma brutal por esa mujer desalmada, fría, calculadora y sin escrúpulos. Esa mujer que de humana tiene tan solo la forma y en la que anida en su interior la maldad, la perversidad; se verá beneficiada por las leyes acomodaticias, laxas, que tan solo benefician al criminal manteniendo en el olvido a las víctimas y sus familiares. Dice esta ley que nos ha tocado que al criminal hay que reinsertarlo, pero no dice como porque la reinserción aquí consiste en dejarlo en libertad para que impunemente ande por las calles, los pueblos y las ciudades donde cometió su crimen, para añadir más dolor a los familiares de esas víctimas inocentes que se cruzarán con él o con ella levantando en su corazón, ya de por sí dolorido, más ampollas, más heridas incurables. Los expertos han dicho una y otra vez que para ciertos criminales no es posible la reinserción, pero algunos políticos, pasando por encima de ellos, en ese ejercicio pútrido y maloliente de lo que se ha dado en llamar «buenismo», ponen una mullida alfombra a los pies de criminales abyectos para que se «reinserten» en la sociedad importándoles nada el sufrimiento del asesinado, torturado, ultrajado, vejado y menospreciado; de la víctima que cayó en manos de esas alimañas sin entrañas que como hienas cayeron sobre él; mucho menos les importan los familiares castigados de por vida con la pérdida de sus seres queridos. Y esos políticos tienen nombre y apellidos y la desfachatez y poca vergüenza de justificar su petición de derogar la ley en que no es constitucional, escondiendo sus verdaderas intenciones: la colecta de votos de quienes, como ellos, desprecian a las víctimas y van por la vida de buenísimos y tolerantes y que son los mismos que no dudan en eliminar al feto cuando consideran que es un hijo «no deseado». Esos políticos pertenecen al PSOE, PNV y Podemos y se han pasado por el arco del triunfo los dos millones y medio de firmas de ciudadanos que piden se implante esa ley, en una demostración más de desprecio hacia la voluntad de los ciudadanos. Dos millones y medio de firmas y un clamor popular de toda la sociedad que está harta de una ley que, cuando va a legislar, tan solo piensa en el criminal y no en la víctima. Los políticos mencionados de los partidos mencionados dicen que la cadena perpetua no disuade al criminal. Y es cierto, no lo disuade; pero lo expulsa de la sociedad entre la cual vive, no como un ser humano, sino como una fiera al acecho para, en el momento que él cree más favorable, saltar sobre la inocente víctima para desgarrar su cuerpo. Y es a estas alimañas sin alma ni sentimientos, a estos sociópatas sin remedio, a los que los políticos del PSOE, PNV y Podemos quieren abrirles puertas de salida y ponerles mullidas alfombras para «reinsertarse» y tener la oportunidad de volver a asesinar, tortura, vejar, violar a inocentes niños y a enterrar en vida a sus familiares, mientras el asesino se pasea ufanamente por los sitios donde cometió sus crímenes.

La pregunta queda aquí: ¿Debería una sociedad fuerte y sana votar a quienes abren puertas de salida a los criminales?

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