Siento la muerte del senegalés de Lavapiés, como no podría ser de otra manera. Pero no es menos cierto que España es un país plagado de ilegales, sin papeles. Aquí -sálvese el que pueda- ha llegado lo peor de los tres continentes. No hay día en que no muera un individuo por arma blanca o arma de fuego. Y no digamos el asesinato del pequeño Gabriel a manos de una costarricense de muy dudosa reputación. Pero en esta sociedad desgajada vale todo. Y encima, unos parias de la tierra, quiero decir unos caraduras con coleta, misérrimos, ensalzan a los agitadores, los ponen en los altares -puede que con las tetas fuera- y muestran su benevolencia para los asesinos a los que habría que aplicar la cadena perpetua (nada de eufemismos con «prisión permanente revisable»), más que le duela a ese ser socialista que dice ser juez, jodó petaca, y que mancilló el honor y el sentimiento de unos padres que vagan por los espacios vacíos del universo en pos de sus inocentes criaturas.
El Coleta y sus cuates, incluido el tal Monedero, que más que apilador de riquezas es practicante de la bolsa y la vida, nos han traído la agitación, el desorden, el movimiento revolucionario que tan bien lo aplicó el Frente Popular. Eran, sí, los que iban a regenerar las instituciones, y una mierda. El trinque por el trinque. Venezuela a precio de oro, el pueblo sin un vaso de leche y para mojar, comiéndose los mocos. Una hostilidad a la que se ha sumado ese irresponsable ser que es Pedro Sánchez, el empleado de El Corte Inglés, sección de caballeros.
Estamos -para no extenderme- en la puta mierda. Los anti todo, en el que está el PSOE, faltaría más, aprovechan la más mínima algarada para montar la parda. Y si no, la provocan ellos. Como así ha sido con las manifestaciones de los pensionistas, que no movieron un músculo cuando Zapatero congeló las pensiones. Y decían, los muy zurupetos, que no había que hacer electoralismo con los ancianitos ni hacer sangre con la muerte de seres indefensos. Ahí lo tienen: 2 ó 3 en 1, como el antioxidante. El pequeño Gabriel, la prisión permanente revisable, las pensiones y el senegalés de Lavapiés.
Vaya desde aquí mi más encendida felicitación a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que esta izquierda odiosa siempre trata de desacreditar y que su eficacia y su callada por respuesta les acredita como los verdaderos héroes del silencio. En otros tiempos eran la valentía y la gallardía, que no gallardón.
PD.- Resulta indigno, por sectario, el comportamiento de la 4, la 5 y la 6 por dedicar más de seis horas de su programación a las pensiones contra el Gobierno y ni un solo segundo por la congelación de las ayudas pecuniarias en tiempos de ZP.