Si apareciese un pingüino en mi ascensor no me extrañaría tanto. Llamaría a la protectora de animales inmediatamente. Pero si tuviera que hacer lo mismo con los suricatos, esos animales tan pretenciosos y extravagantes que pueblan los ayuntamientos de España por culpa del PSOE, no daría a basto.
No podría hacer otra cosa. Cada día, una perla. Un concejal del ayuntamiento de Madrid ha culpado del infarto de un senegalés al capitalismo. Otra al racismo xenófobo. Faltan Rajoy y el Papa.
Hacer una afirmación ideológica genérica, en vez de llamar a la calma en ejercicio de sus responsabilidades públicas, podría ser una memez propia de un suricato/a en ejercicio de la libertad de expresión, como dice ahora la alcaldesa. Pero hacerlo ante unos disturbios en Lavapiés causantes de una batalla campal con la policía con más de veinte heridos no es libertad de expresión, es una irresponsabilidad mayúscula del gobierno municipal que debe acarrear consecuencias por ser más propia de un suricato qu’e de un servidor público.
Los ha elegido el pueblo dirán sus mesnadas. Pero no es cierto. Y aún así, tiene que haber una posibilidad de remoción, de revocación del mandato por parte de los electores, de recall que dicen los anglosajones.
Los suricatos, desde sus madrigueras, muestran una variedad de estrategias contra sus enemigos, señales de alarma, insultar y promover el odio en las redes sociales, llamadas de alarma, a la violencia en la calle, escraches, acoso en grupo. Las suricatas aparentan ser más grandes de lo que en realidad son y enseñan a sus crías a remover el aguijón del escorpión venenoso.
La pareja dominante usualmente marca con su esencia a los miembros subordinados de la colonia con el fin de expresar su autoridad, lo cual es seguido siempre por una escena en donde los suricatos de menor jerarquía siguen a sus superiores y lamen sus hocicos.
A pesar de avisarse unos a otros mientras hacen guardia, en ocasiones los suricatos asesinan a miembros jóvenes de su grupo. A veces miembros subordinados matan a la camada de los miembros de mayor jerarquía con el fin de mejorar la posición social de su propia descendencia.
Cleo, Rita, Teté, Montero, Monedero,Espinar, Coletas y Cuquín, pueden como los suricatos, aparentar ser tan altos como gusten con los pelos y cola erectos y la cabeza agachada moviéndose hacia derecha e izquierda en busca de la bronca, con los pensionistas convirtiendo un infarto en una batalla campal con los sin papeles, con los pensionistas o lo que se puedan llevar a la boca o a las redes sociales. Y entonces gruñen, silban y escupen en un intento de intimidar a su enemigo. Así son los suricatos.