Manuel del Rosal

Expediente Marlasca: historias de malos

Expediente Marlasca: historias de malos
Manuel del Rosal García. PD

«El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locura» Salvador Dalí

«La sociedad es un organismo podrido que se conserva bajo el hielo de la hipocresía» Enrique Jardiel Poncela

Tengo por norma desde hace años no ver los telediarios, ni las tertulias; mucho menos los magazines sobre política o sociedad; fundamentalmente los de las cadenas cuatro y sexta por ser manifiestamente tendenciosos, parciales y sectarios. Pero hace dos días y rompiendo nuestras costumbres – a la comida cocinada con el amor de una mujer, no hay otra que se le parezca – fuimos a comer a un restaurante. Frente a nosotros teníamos el televisor emitiendo uno de los telediarios. El 75% de su duración lo ocuparon noticias sobre políticos corruptos, la estúpida pesadilla de los estúpidos gobernantes catalanes, madres y padres que matan a sus hijos, hijos que matan o maltratan a sus padres, mujeres que, como mantis religiosas, acaban con la vida de sus maridos, maridos que acaban la vida de sus mujeres, expedientes de la pederastia más abyecta, raptos, violaciones y violaciones en grupo – está de moda -, niños que pegan y maltratan a otros niños, cuando no los asesinan etc. etc. Mientras comíamos y oíamos sin poderlo evitar ese telediario fúnebre, depresivo, oscuro; más parecido a una crónica de sucesos que a un informativo; no pudimos evitar recordar aquel diario que se hizo famoso en España desde los años 50 hasta los 90: EL CASO. La diferencia entre este y los de hoy, que se llaman a sí mismos informativos, es que aquel estaba bien hecho y su información ni estaba manipulada, ni pervertida; se limitaba a relatar los casos criminales que se producían en la sociedad española de esos años. Hoy en los informativos, en los magacines, en las tertulias y en la prensa de papel y digital, hasta los crímenes son manipulados y utilizados en función de los intereses de los medios de comunicación. Ya lo dijo Kapuscinski: «Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante». Hoy los telediarios deberían llevar el sobrenombre de EL CASO, pues son más una crónica de sucesos varios que un programa dedicado a la información al ciudadano, información que, en la mayoría de las ocasiones, está pervertida y manipulada. Y es que los informativos y magacines de nuestras televisiones son un fiel reflejo de nuestra sociedad, una sociedad psicótica, hipócrita, cínica y acomodaticia; una sociedad líquida que cambia según el envase al que tiene que adaptarse, y se parecen cada día más a ese buen programa del periodista Manu Marlasca titulado EXPEDIENTE MARLASCA: HISTORIAS DE MALOS.

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