El Coronel Bogey marchaba con sus muchachos sin odio ni rencor, tras su destino, por un camino de gloria y honor.
Aunque efectivamente las comparaciones suelen ser odiosas, en ocasiones nos evidencian la realidad de las cosas y ponen a cada uno en su sitio.
Los independentistas de la esquina noreste, también van tras su destino, y espero que lo encuentren, pero con odio y rencor, por un barrizal de cobardía y mentiras. Lo hacen acompañados de unos oportunistas, avezados en actuar más o menos hipócritamente, que juegan con varias barajas y que aunque los cacen haciendo trampas, la culpa siempre es de los demás, ellos son unas víctimas del sistema que por el bien de todos pretenden cambiar radicalmente, es decir, destruir.
Efectivamente, espero que encuentren su destino, que no será el que ellos se imaginan, sino la cárcel y el oprobio de la mayor parte de la sociedad española, lo que incluye a los ciudadanos de su comunidad.
No me alegro de que nadie vaya a prisión, pero por desgracia en ocasiones es necesario, en especial cuando los que entran es por haber destrozado vidas y haciendas, por haberse saltado conscientemente todas las leyes que han querido, por provocar tumultos violentos que rayan en insurrecciones, y que pueden llegar, digámoslo claramente, a un enfrentamiento civil armado, que quizás es lo que desean. La sociedad tiene que defenderse de ellos.
A diferencia de la gente de Bogey, ésta está envenenada por el odio y el rencor. Solo hay que ver los videos de sus actuaciones, sus declaraciones públicas, su adoctrinamiento de niños pequeños, como cobardemente desde el anonimato de las redes airean nombres y domicilios de personas que no son de su agrado, señalándolos como posibles objetivos, no hace falta decir de qué.
Para realizar sus grotescas manifestaciones no les importa dañar a ajenos, lo que hacen conscientemente. Prueba de ello es que un grupo de empresarios ya les han pedido que se vayan a protestar a zonas periféricas, (entiendo que una forma educada de decirles que se vayan al monte con las cabras, que es donde deben estar), o que al menos lo hagan en festivo, para no perjudicar su medio de vida. La respuesta del Cercle Catalá de Negocis, cloaca de empresarios separatistas, ha sido clara y contundente, afirmar que el problema solo se solucionará con terrorismo o una guerra civil (si la tienen luego llorarán). Su presidente se decantó hace tiempo por hundir la economía para que saltase la prima de riesgo. Del caos surgirá un mundo ejemplar.
El camino que siguen es un lodazal, lo propio de ellos (cada uno con lo suyo), donde priva la cobardía, la mentira, la doblez. Han mentido y mienten descaradamente todo lo que les da la gana, pero en cuanto huelen el peligro se comportan como lo que son, unos cobardes; eso sí, como todo está premeditado, previamente se procuran los medios para poder vivir bien, no iba a ser menos.
Es chocante que la primera visita que ha tendido la Fregona en su nuevo hotel gratuito, haya sido la del dirigente de un partido nazi. Por la visita en sí, y por el hecho de que ninguno de los defensores del hospedado, ante todo demócratas ejemplares, tanto como su jefe por lo que está a la sombra, se haya hecho eco de la misma, lógicamente repudiado y rasgado las vestiduras. Si el que la recibiese, sin importar el donde y el motivo, fuese un dirigente de un partido constitucional, pondrían el grito en el cielo, no se cansarían de airearlo como muestra de convivencia con el fascismo. Ese es su honor.
Como comprenderán, a todo ellos podríamos aplicarles una cita, modificándola en parte, del genial Groucho Marx, «partiendo de la cima han alcanzado las más las altas cotas de miseria humana».
