I
Es el evangelio que para que todos
Se salven, es necesario que uno muera;
Quien lo dijo, de buenos o malos modos,
No era nada tonto, fuera quien fuera,
Pues que, tras decirlo, se lavó las manos,
Porque más de uno no le maldijera;
De éstos, la historia de los humanos
Y las humanas tiene ejemplos a punta pala
Con mucha enjundia, aunque parezcan vanos;
Si unos son como lluvia que no cala,
Como las tormentas, bien que en la Política
Los hay muchos que de su RIP hacen gala
Muy a pesar suyo… Larga es la estadística…
Hoy día, consultadas las últimas fuentes,
Se halla ya a las puertas de una Clínica,
Por un traspiés,… ¡doña Cristina Cifuentes!.
II
Ha llegado la hora
De que el tal Rivera se retrate,
Concediéndole mora
A Rajoy, o el… ¡date
Muerto!,… cual en ajedrez jaque-mate;
Si no quita de en medio
A Cifuentes, le quitará el Gobierno
De Madrid sin remedio,
Y el amor materno
Del Pp a Madrid se irá al cuerno;
Y ocupará su puesto,
De su mano, desde luego la Izquierda,
Que sin más, por supuesto,
Sin que tense la cuerda,
Llenará el centro de España de mierda;
Y entonces las cañas,
Señor Rivera, se volverán lanzas,
Como en alimañas
Quienes bailan sus danzas,
Pues tal mudanza llenará sus panzas;
Atento a las secuelas
Si en la Política es un danzarín
Quien da viento a las velas
Del Psoe… Con tal postín
Puede que el Partido toque a su fin,
Pues un cerro de votos
Descenderá del Pp a los valles,
En tanto que a los sotos,
Las plazas y las calles
De usted, señor, Rivera,… ¡algo le falle!.