Antonio Sánchez-Cervera

El Almirante Cervera se queda sin calle, pero no se borra de la Memoria de la Historia de España

El Almirante Cervera se queda sin calle, pero no se borra de la Memoria de la Historia de España
Antonio Sánchez Cervera.

Barcelona se está desnudando torpe y groseramente de su ropaje más genuino, representativo y elegante.

El activismo callejero que desborda sus plazas y avenidas, junto con la inestabilidad política creada y cimentada por el independentismo, está creando una ciudad sin ley que pretende borrar su historia, pero la historia no se puede borrar.

Aquel pueblo que quiera neciamente olvidar o intentar suprimir o sustituir o esquilmar su historia no solo está cometiendo un acto de supina y vergonzosa ignorancia sino también se está arrojando al abismo del fracaso colectivo, pues negar su historia equivale a un suicidio cultural, sea del ámbito que sea. Todos los signos, todas las memorias del pasado son expresiones de una creación victoriosa sobre el olvido. Eliminar la historia, negar todo lo que fueron nuestros antecesores nos reduce incluso a quedar amputados, desde el olvido, como pueblo que somos y hemos sido. Los ingleses lo saben muy bien, por ello guardan y mantienen sus tradiciones, miman a sus héroes y recuerdan siempre todo lo que les ha hecho grandes en el concierto internacional de las naciones.

Ahora, sin previa consulta a los barceloneses, sin consenso , una vez más, el Ayuntamiento, con la gesticulante Ada Colau a la cabeza, cambia el nombre de la Carrer de LÁlmirall Cervera en el barrio, barrio de mar, de la Barceloneta, por la de Pepe Rubianes, actor, humorista y director español de teatro, nacido en Villagarcía de Arosa (Pontevedra) que con ácida ironía humorística salpicaba sus actuaciones con una incontenible verborrea de palabras malsonantes y soeces. .

El Almirante Cervera fue sobre todo un marino de valor, un patriota que dignificó el nombre de España, un hombre de pro, respetuoso hasta con el desgobierno de aquel entonces que arrastró a nuestro país al desastre naval de Cuba. Fue y es un personaje histórico, emblemático de valores positivos, muy alejado, contrario, al odio, al revanchismo y a la frustración que lamentablemente pululan soezmente por las calles y muchas instituciones de la otrora Barcelona cosmopolita, multicultural y europea. Pascual Cervera y Topete dejó a Barcelona, cuna del apellido Cervera, su cómodo legado de cariño y respeto, de pujante marino y de amor por ese mar que tantas veces navegó con el sentimiento y la certeza del deber cumplido aun cuando no fuera compartido por el Almirante. Su coraje e inteligencia salvó la vida a 2.000 marineros y también la honra del ejército.

Y no es que el nombre de una u otra calle despierte pasiones o su desaparición provoque un descalabro, no se trata de comparar la figura del ilustre marino con la del cómico galaico, simplemente resulta anacrónico que se haya disfrazado el nombre de una calle de tanto abolengo y prestigio para la ciudad de Barcelona.

La democracia no es de los políticos al igual que estos tampoco pueden ejecutar una política de limpieza histórica. Una ciudad no se democratiza a través de sus símbolos sino por medio del respeto y solidaridad de sus gentes y de la honestidad de sus políticos, por eso, aunque en Barcelona todavía esté bien presente la huella del imperialismo o colonialismo catalán en el Mediterráneo (calle Almogàvers, dedicada a los brutales mercenarios enviados a asentar la influencia catalana a Grecia, Neopàtria y en pleno Eixample las calles de Roger de Llúria, Roger de Flor, Ramon Muntaner, Berenguerd´Entenca y Bernat de Rocafort, dedicadas a jefes militares almogávares), no se puede comprender, menos explicar, el por qué de esa arbitraria, errónea e injusta decisión municipal en una ciudad que mira al mar y que tenía a gala recordar a aquel encomiable marino que sufridamente mandó la escuadra española en la batalla de Santiago de Cuba.

Por cierto, y a colación del Almirante de la Armada Española al que nos referimos, es significativo resaltar que hasta quienes fueron sus enemigos históricamente (los rebeldes cubanos), honran su memoria manteniendo dos estatuas en tierras de Cuba y ha recibido múltiples actos de homenaje en el transcurso de los tiempos. Incluso la Cuba actual siente un gran respeto recordando la hazaña de Cervera como algo inolvidable, calificándole de héroe el propio Fidel Castro en el año 1998, con motivo del centenario de la batalla de Cuba.

No se puede borrar la historia, es como querer borrar la memoria.

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