La crisis económica, la presión migratoria de los pueblos, el aluvión de extranjeros en países donde no hay una actividad económica pujante que permita crear empleo suficiente para albergar a quienes vienen buscándolo; unido al miedo que genera la representación de que, si quiera como posibilidad, todo eso pueda cambiar los usos y costumbres de un país; mas el descontento de unas democracias que se han resistido a la profundización, renovación y limpieza de sus imperfecciones, está siendo empleado en nuestro tiempo por nuevos partidos con viejas ideas, dispuestos a emplear indiscriminadamente cualquier arma: la mentira, las fake news, las urnas llenas desde casa, la satanización del enemigo, la malversación de caudales públicos, el hackeo y la manipulación de los medios o de las elecciones en Holanda o EEUU desde servidores rusos, cualquier estrategia es válida para los populistas y nacionalistas con el fin de asaltar el poder en nuestras democracias liberales.
Eso ha traído el populismo a Hungría, a Polonia, al Reino Unido y con él el Brexit, a Francia, a la Rusia de Putin, a los Estados Unidos de Donald Trump, y a España con el podemismo y los nacionalismos separatistas.
Algunos no se dan cuenta porque el populismo y l separatismo adoptan disfraces que desdeñando la necesidad de convencer, se limitan a dirigirse a la emoción, y dentro de ella, no a las positivas, que enaltecen al ser humano, sino a los más bajos instintos, primero con la destrucción del rival, para acabar dando media marcha atrás una vez conseguido su propósito.
Toda esta estrategia cambiante de un día para otro de los separatistas no es más que eso. Ausencia de proyecto en que la cacareada república consiste. Después de estar a punto de volver a cometer errores históricos que da miedo pensar, esos lideres separatistas no se han atrevido a permanecer entre sus ciudadanos y han huido como cualquier sátrapa.
Los gobiernos, empezando por el nuestro, tienen que espabilar y tener en cuenta que quien se rebela contra un régimen establecido, siquiera constitucional como es el nuestro, desarrolla siempre mayor número de estrategias que el poder establecido. Así que D. Mariano, o su gobierno se pone las pilas, hace valer nuevas estrategias y hace valer la autoridad frente al fascismo y el leninismo que asoman o deje paso a alguien que pueda hacer frente a este enorme desafío.
