Análisis

El muerto al hoyo y…

El muerto al hoyo y…
Cristina Cifuentes durante la rueda de prensa ofrecida hoy en la que ha anunciado su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. EF

La semana pasada nos ha deparado varias noticias importantes, por lo que pueden encerrar y deparar en el futuro. La más significativa y que encierra un misterio ha sido, sin duda, la renuncia de la presidente de la Comunidad de Madrid.

A mi entender debía haberse ido cuando se descubrió el tinglado del master. Desde luego opino que inventarse tal titulación, es menos grave que auto concederse licenciaturas e incluso doctorados, por la importancia de cada uno, pero no anula el hecho de que es una falsedad, y no lo disculpa que otros lo hagan. Un político debe tener un comportamiento ético intachable. Si una persona roba, por mucho que cien que estén a su lado también roben, es una ladrona.

Mientras que solo fue eso, su partido mantuvo una actitud un tanto ambigua, supongo que esperando, como nos tienen acostumbrados en otros muchos casos, que la situación se resolviese por sí sola. Oficialmente la defendían, pero con la boca pequeña, refiriéndose con frecuencia a lo que hacían otros. Tan solo un importante político gallego (ciertamente no el Presidente), dijo sin tapujos, si me preguntan, debe dimitir ¿sí o no? , si son ciertas las acusaciones, si.

La cosa siguió así hasta que saltó el tema del robo en el supermercado, que creo que ha sido una bendición para muchos, menos de momento, para la interesada, pues quizás a la larga, para su vida privada es lo mejor que le ha podido pasar.

Inmediatamente su partido le exigió la dimisión, y lo exhibió como ejemplo de seriedad y contundencia. Desde cierta perspectiva, se puede decir que esa actuación fue tarde, mal y a rastras, estaban entre la espada y pared; dudo que fuese por cuestión de principios, sino porque no tenían otra salida.

A algunos partidos les ha venido muy bien, les ha evitado que en una moción de censura, tuviesen que alinearse con la izquierda, que a su vez se apoyaba en la extrema izquierda radical, y que en consecuencia se formase un gobierno secuestrado por los antisistema.

A otros les ha dado pie a repetir machaconamente sus virtudes, ha hacer gala de su auto concedida y auto proclamada superioridad moral. No olvidemos que un hecho, que en los demás es un delito imperdonable, en mi solo es un error.

En resumen, menos la interesada, todos contentos; como vulgarmente se dice, el muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Ahora bien, hay una cuestión que ha sido tratada un tanto secundariamente y que de resolverse aclararía los motivos y objetivos del suceso. ¿Quién filtró el video?, ¿Por qué ahora?, ¿Desde cuándo lo tenía?, ¿Quién se lo proporcionó?

Si un día, cosa que en verdad dudo, tuviésemos respuesta a esas preguntas, conoceríamos el verdadero trasfondo de la indudable «maniobra».

Creo que los españoles tenemos derecho a saber todo, aunque solo sea por un ejercicio de transparencia del que tanto hablan todos los políticos. Además porque alguien cometió un acto ilegal, pues esas cintas deben borrase, tengo entendido, al cabo de un mes a no ser orden judicial en contra.

¿Es responsable un graciosillo que le dio por enviar la cinta a un periódico, igual que podría habérsele ocurrido subirla a la red? No lo creo.

Puede haberlo hecho un partido político contrario que esperó el momento que creía más oportuno. Si es así, es culpable de una total falta de ética, pues desde el instante en que tuvo la cinta, debería haberla hecho pública.

Quizás ha sido una jugada interna del propio partido, una puñalada trapera (antiética por lo dicho anteriormente), para deshacerse de la interesada, que en este caso demostró cierta inocencia, pues no tuvo presente el viejo adagio político: «Dios mío protégeme de mis amigos, que de mis enemigos ya me protejo yo»

¿Se resolverá el misterio? El tiempo lo dirá.

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