ANÁLISIS

José Luis Suárez: «El Califato Torrado de Puigdemont»

José Luis Suárez: "El Califato Torrado de Puigdemont"
El presidente de Òmnium Cultural, Quim Torra. EP

El califato ha sido siempre, y sigue siéndolo el yihadista, un sistema político autocrático, con fundamento en un poder que viene de «lo alto», y que permite al «guía del pueblo» (profeta o dictador) el designio de leyes y administradores, y cuyo producto es la teocracia o el totalitarismo, ejercido por califas que actúan por medio de «visires» (auditores o intermediarios) que avisan a los creyentes sectarios de los mandatos del monarca.

En su exilio dorado, el califa Carles Puigdemont intenta ejercer la presidencia soberanista, cuasi religiosa, mediante intermediarios que, como visires, escuchan su voz, telemática o telefónica, y le son teleadictos en la aplicación de las consignas para la formación de la sagrada república de Catalonia.

Ahora, desde Berlín, el califa de Cataqué prepara su pretendida última jugada. Para la interpretación religiosa y la aplicación política de sus mandatos mesiánicos ha designado a dos «visires» o vicarios de altas torres.
«Torres veredes»: Roger Torrent, al frente de la Cámara de Diputados y Joaquín Torra, al frente del Gobierno de la Generalitat (Cámara nupcial del Califa, en ausencia), pero prohibiendo a éste que ocupe las dependencias del Presidente, de vacaciones hasta su inhabilitación y, sabe el Altísimo, su más que posible puesta en condena carcelaria.

Pero el «muy condenado» no se rinde y sigue achuchando.
Una de las achuchadas torres, «Domine cabra», es el muy sumiso y atrevido Presidente del Parlament. Veréis como parla: «… el poder del Jefe del Ejecutivo catalán es total y absoluto, y no puede verse limitado, por ninguna instancia ni otro gobierno…». «Ningún juez puede perseguir al Presidente de todos los catalanes»…, entre otras lindezas (El Español, 26 Marzo 2018).

Este es el que, con la Alcaldesa Colau, plantó al Rey en el MW Congress, desconociendo sus obligaciones institucionales, y recibió un tremendo sopapo de un empresario alemán, en el Circulo Ecuestre de Barcelona, que le echaba en cara la ruina del independentismo: «Voto porque todos ustedes vayan a la cárcel», le espetó el industrial germánico a Roger Torrent. La última faena de este torrente desbordado ha sido la ilegal Ley de Presidencia.

La otra torre desmantelada, rendida al requiebro del Califa extraditable, es el peque Quim Torra, hombre de paja y títere del momento. El susodicho, esta considerado como representante eximio de la «caverna» integrista del separatismo, declarado etnicista y xenófobo, cuyo odio a España y a los españoles cubre páginas de desvergüenza: «…la mala educación, la pijeria española, su sensación de inmundicia…». «Fuera de aquí los españoles…»; «…sólo saben expoliar»; «…corremos el riesgo de acabar tan locos como los españoles». «Franceses y españoles comparten la misma concepción aniquiladora de las naciones que malviven en sus Estados». Y muchas lindezas tan agraviosas y furibundas como éstas, que le califican como «estulto», «pijo», «fascista», «inmundo»…, vituperándole con sus propios insultos.

El pleno de investidura de este «Honorable» supremacista catalán, marioneta del prófugo compadre de Girona, donde tanto se expolia, tendrá lugar este sábado. Se espera que su actuación, con programa de gobierno renuente en la continuidad del `procés’, con el apoyo del otro torrado, pero con la acertada intervención de expertos «caballos», den al traste con la fallida jugarreta de ajedrez del President cesado y reclamado por la Justicia.

Joaquín (vale Quim) tuvo la osadía de citar al célebre dramaturgo madrileño: «El arte y la política son como ir en bicicleta; quien, cuando los practica, pierde velocidad, cae al suelo». Mejor podía haber seleccionado del ilustre escritor español: «El que no se atreve a ser inteligente, se hace político».

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